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ENTREVISTA A TON AYMEMÍ

Ton Aymemí es biólogo de formación y  cuenta con 25 años de experiencia profesional en el ámbito de la comunicación para la sostenibilidad, desarrollando proyectos de gestión, investigación y educación, especialmente en el campo de los residuos municipales. Ha desarrollado su experiencia en dos estructuras empresariales propias, que son el resultado de su formación educativa, motivaciones personales e implicación en organizaciones educativas y ambientales durante su juventud. Desde el año 2010 trabaja como freelance y thinking partner en www.tonaymemi.cat, acompañando a empresas y administraciones a generar procesos y acciones de cambio en la gestión de los residuos, integrando los principios de la economía circular. Le apasionan los proyectos donde puede ejercer sus habilidades estratégicas, de conceptualización, creatividad y liderazgo con la finalidad de transformar los procesos de trabajo, conseguir resultados y transmitir conocimientos. Colabora habitualmente con profesionales de distintas disciplinas, lo que le permite diversificar su participación en proyectos y enriquecer sus conocimientos.

 ¿En qué consiste el proyecto CAPgira?

“CAPgira, matèries de primera x productes excepcionals” es un proyecto personal que tiene el propósito de transformar y actualizar la didáctica de los residuos desde los principios de la economía circular, es decir desde la visión de los residuos como recursos de primera calidad, de los productos reciclados y las nuevas tendencias de consumo y producción.

El reciclaje resulta especialmente aburrido después de repetir durante años dónde debemos depositar cada tipo de residuo, por eso CAPgira pretende enfocar su comprensión e importancia desde los nuevos procesos de producción basados en la economía circular así como en las tendencias que recuperan los hábitos de consumo basados en el ahorro de recursos. Y todo ello, desde la sorpresa y emoción que causan las historias de innovación de los nuevos productos reciclados.

Suelo decir que la actividad CAPgira desplaza los residuos y la recogida selectiva del centro de gravedad para centrarnos en la excepcionalidad de los productos reciclados y también de las compañías y creadores que adoptan estos principios en su forma de producción.

¿Qué conclusiones sacas a raíz de la experiencia en centros educativos?

Pues algunas cosas que me parecen muy jugosas en clave educativa, pero también de cómo deberíamos transformar la comunicación si lo que queremos conseguir es incrementar la recogida selectiva, el reciclaje de las materias y la reducción de la generación de residuos.

Realizo la actividad con alumnos de educación primaria y secundaria pero también he tenido la oportunidad de trabajar con estudiantes universitarios, adultos, comunicadores ambientales y grupos familiares. Y lo que aprecio, es que en todos los segmentos y a pesar de las diferencias generacionales, tenemos unos conocimientos basados en aprendizajes teóricos que siguen siendo lineales y que dificultan la visión de una cultura que actúe de forma circular. Con eso me refiero que seguimos percibiendo las materias convencionales (madera, arena, minerales, petróleo,…) como materias primas y todavía no alcanzamos a ver en los residuos estos atributos que nos permiten comprender el cierre del ciclo de las materias técnicas integrado con el ciclo biológico.

Otro aspecto relevante es que el reciclaje resulta unánimemente aburrido en todos los públicos, hecho que no nos permite evolucionar un sentir positivo que derive en acciones más allá de los conocimientos, que en general, suelen ser notables. Los ciudadanos entienden el reciclaje como el proceso entre lo que sucede en el hogar y los contenedores, por eso CAPgira se basa en excitantes y emocionantes historias de innovación que discurren entre los contenedores y los nuevos productos reciclados. Ésta es además una bonita forma para expresar y demostrar como personas y empresas incorporan e integran potentes compromisos ambientales y sociales con los principios de la economía circular en el corazón de su actividad.

A nivel personal y como educador, me encanta ver como los alumnos varían su punto de vista sobre los residuos, como mantienen la intensidad, participación y concentración a lo largo de la actividad y me hacen llegar su feedback a través de las redes sociales. CAPgira, al fin y al cabo y como indica su nombre, pretende transformar y cambiar la visión sobre el reciclaje.

¿Cómo definirías el objetivo de tu función empresarial?

Cuesta definir a qué te dedicas cuando trabajas por tu cuenta después de liderar un proyecto empresarial, has sufrido intensamente la crisis y tienes la necesidad de incorporar en tus proyectos y procesos de trabajo los constantes y nuevos conocimientos, aprendizajes, experiencias y ansias de tu recorrido profesional.

Actualmente mi objetivo profesional es pensar, dialogar y acompañar a administraciones y empresas a generar procesos y acciones de cambio, especialmente en el ámbito de la gestión de los residuos municipales y en la integración de los principios de la economía circular. Más allá de mi especialidad en el ámbito de la comunicación para la acción y la gestión de los residuos, cada vez veo más relevante la necesidad de ejercer el liderazgo de los proyectos para que los procesos incorporen transversalmente las diferentes áreas de responsabilidad de una estructura. Actualmente, nadie tiene la respuesta exacta ni las habilidades para solucionar procesos complejos, por eso es imprescindible trabajar juntos, duro, con tiempo, perseverancia y en el mismo carril, y por eso más allá de los conocimientos técnicos es imprescindible la capacidad de liderar los proyectos en absoluta transparencia, implicación y confianza con sus promotores.

Y añadiría que como no puedo dedicarme a realizar muchos proyectos, necesito que me diviertan y estimulen profesionalmente, supongan un reto y a la vez la oportunidad de generar nuevos conocimientos y referentes. Tengo la necesidad vital de buscar respuestas a nuevas preguntas y retos.

¿Qué es para tí la Economía Circular?

Mi formación biológica me permite tener una visión sistémica y me resulta fácil comprender los procesos productivos antropogénicos desde este punto de vista, donde como en la naturaleza, utilizamos y reutilizamos constantemente para que la vida sea posible. La economía circular no es nada más que imitar a la naturaleza y los ciclos biológicos en los procesos y ciclos técnicos. Entenderlo es fácil y aplicarlo difícil porque debemos hacer una nueva y actualizada aproximación a los pilares del funcionamiento de la biosfera. Y debo decir que me convence más hablar de economía circular que de sostenibilidad. La sostenibilidad posiblemente sea el destino, pero la economía circular nos muestra de forma más intrínseca y orgánica cual es el recorrido y la ruta a seguir para alcanzarla.

¿Crees que estamos caminando hacia la economía circular?

Posiblemente algunos pocos han empezado a caminar, nunca mejor dicho, aunque las evidencias cotidianas me indican que la mayoría siguen confortablemente tumbados. Mientras nos vamos incorporando el mundo está ya trotando y no creo que dude en ponerse a trotar y cabalgar a toda velocidad. Creo que no hay otro camino posible porqué hemos alborotado el funcionamiento sistémico del planeta como jamás lo hemos hecho y encima todavía llevamos a cuestas la inercia del pensamiento industrial que tanto nos cuesta abandonar. Ya no es una cuestión de evidencias científicas y cuantitativas, sino que a medida que a uno le pasan los años eres consciente de cómo se aceleran los cambios e impactos y como los sufrimos. Pero también es evidente que paulatinamente los problemas se van socializando y van generando cambios y nuevas tendencias en algunos comportamientos de consumo, y esto es un síntoma alentador, sin duda.

No tengo nada claro que sea posible vivir razonablemente en un planeta vivo si no somos capaces de desarrollarnos siguiendo los principios básicos en el uso de los recursos de los que disponemos para hacerlo. Que hablemos de economía circular ya es un buen indicio y aproximación. Probablemente Ernst Haeckel estaría contento si consiguiéramos evitar la reiteración y habláramos sólo de economía. Al fin y al cabo, el padre de la ecología partió de la economía para crear el término desde su comprensión como economía de los sistemas vivos.

¿Crees que la sostenibilidad está tomando fuerza en el mundo empresarial?

Va tomando, pero todavía lentamente, y más si lo comparamos con lo que está sucediendo en los países centroeuropeos, Reino Unido o Estados Unidos entre otros. Y con ello me refiero a que no basta tan solo con tomar medidas ambientales para reducir el impacto de las actividades y redactar pesadas memorias de sostenibilidad y responsabilidad para demostrarlo y cubrir el expediente. Se trata que las compañías sean los verdaderos motores de cambio que acompañen los ciudadanos y la sociedad en esta transición. Y para ello hay que incorporar estos valores a los principios de las empresas y traducirlos en acciones que no solo reduzcan el impacto ambiental sino que tiendan a neutralizarlo e incrementen su impacto social. Y todo esto permitiendo que su actividad crezca, sea posible, viable y duradera, como lo haría y entendería un sistema natural. Las empresas deben equilibrar el mensaje entre lo que hacen y dicen para ser creíbles entre un consumidor que está cambiando, se empodera y puede acabar dictando sentencia.

¿Es difícil gestionar la sostenibilidad?

Sin duda, porqué la sostenibilidad es el objetivo y tenemos problemas con el camino a seguir. Estamos inmersos en unos procesos de transformación excepcionales, con un nivel de complejidad, rapidez e imprevisibilidad  jamás vistos. Como dice Jose Antonio Marina, esto implica que cualquier estructura u organización debe aprender al menos a la tasa de velocidad que cambia la sociedad si no quiere situarse en la marginalidad.  Y este es un tema vital. Creo que cualquier estructura debe hacer un esfuerzo para agarrarse y no perder el tren. Es vital porque si te quedas rezagado es muy posible que en unos pocos años no entiendas nada de lo que está pasando, te quedes en fuera de juego permanente o acabes desapareciendo sin piedad. Es un buen momento para hacer este esfuerzo y esto es válido para cualquier persona o estructura, y especialmente para las administraciones, que sometidas a ciclos de cuatro años no lo tienen fácil para visualizar y proyectar como administramos el futuro a medio y largo plazo.

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