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Entrevista a Edurne Suárez sobre el proyecto Circular Ocean

Información:

Edurne Suárez Lejardi, 23 años, nacida en Santiago de Compostela. Grado en Tecnologías Industriales por la Universidad de Vigo (Vigo)

Máster en Ingeniería Industrial por la Universitat Politécnica de Catalunya (Barcelona). Intercambio de 6 meses para hacer el Trabajo Fin de Máster (TFM) con el departamento de Ingeniería Civil en la Technical University of Denmark (Copenhague).

Me han ofrecido quedarme en la Universidad y hacer el Doctorado en Copenhague durante tres años trabajando en la segunda parte del proyecto Circular Ocean que saldrá en septiembre de 2018. Aunque las condiciones son muy buenas y la vida en Dinamarca me gusta, por el momento, no me planteo la posibilidad de dedicarme al ámbito de la investigación. Mi intención, en principio, es volver a la Ciudad Condal y ampliar mi experiencia profesional. Ahora que he vivido en Dinamarca, un país que nos lleva años de ventaja en temas de sostenibilidad, como en energías renovables, en reciclaje y sobre todo, en conciencia social, veo Barcelona como la ciudad referente y pionera de España en materia de respeto al medio ambiente y en la que me gustaría trabajar para poder contribuir a una sociedad más sostenible y circular.

¿Qué problema existe actualmente en la región del Ártico?

El nivel de contaminación marina en la región del Ártico y la periferia del Norte ha aumentado considerablemente en los últimos años a pesar de que la densidad de población media es mucho más baja comparada con la media de la Unión Europea. Como resultado del cambio climático, existe una mejor accesibilidad a las rutas del Mar del Norte, lo que ha hecho que se incremente el tráfico marítimo y consecuentemente los residuos marinos. Concretamente, uno de los mayores problemas de polución en la zona, son las redes de pesca que se desechan al océano accidentalmente, o bien por las duras condiciones climáticas, las corrientes marinas o fallos mecánicos en los sistemas de amarre. Sin embargo, se ha comprobado que, en muchas ocasiones, son los propios marineros los que deciden desechar las redes al agua, ya que una vez rotas resulta más rentable sustituirlas por unas nuevas que transportarlas y repararlas.

¿Y cuáles son las consecuencias?

A parte de todo el problema que generan las redes en cuanto a atrapamiento de peces o enredo de la fauna marina, las redes de pesca pueden persistir cientos de años en el medio ambiente marino o en la costa, donde se van degradando lentamente mientras liberan microplásticos, que son ingeridos por la fauna marina y acaban entrando en la cadena alimentaria de los consumidores con efectos desconocidos para su salud. Se cree que más del 99 por ciento de los microplásticos son eliminados por el cuerpo humano, pero el 1 por ciento restante permanece en el tejido corporal y puede elevar los niveles de toxicidad a lo largo del tiempo.

¿Qué objetivos tiene el proyecto Circular Ocean?

El proyecto Circular Ocean es un proyecto de tres años, incluido dentro del marco del programa europeo Interreg de la región de la periferia del norte y el Ártico, que busca soluciones innovadoras y sostenibles para la aplicación o procesamiento de las redes de pesca desechadas, y así inspirar a empresas y emprendedores sobre las oportunidades comerciales que estas ofrecen. Se decidió que el proyecto se centrase en las redes de pesca desechadas debido a la calidad del material que ofrecen y a la variedad de materiales con los que son fabricadas. Sin embargo, existen algunas barreras comerciales y geográficas que el proyecto se ha puesto como objetivo superar, ya que al tratarse de una zona aislada es más difícil tener acceso a ciertos mercados y oportunidades empresariales.

¿Quién forma parte del proyecto?

Los socios que conforman el consorcio del proyecto son: el Environmental Research Institute de Escocia, The Centre for Sustainable Design of the University for the Creative Arts de Reino Unido, la Norwegian University of Science and Technology de Noruega, el centro de emprendimiento Macroom E de Irlanda y el Arctic Technology Centre de Groenlandia, que es el centro en el que me encuentro trabajando yo en Dinamarca. También hay varios miembros asociados que se unieron posteriormente al proyecto como la empresa Nofir AS de Noruega, que se encarga de la correcta deposición de materiales residuales de pesca, el Centro de Innovación de Islandia, y algunas asociaciones que se encargan de preservar y proteger el medio ambiente en los países de las empresas fundadoras.

¿Qué aplicaciones comerciales existen actualmente para las redes de pesca desechadas?

Precisamente una de las tareas que se han hecho en este proyecto ha sido crear una base de datos con todas las aplicaciones y empresas que están actualmente utilizando redes de pesca para fabricar sus productos, y se ha llegado a la conclusión de que el sector de la moda es el más significativo. Uno de los materiales más usados en la fabricación de redes de pesca es el nylon y por eso existen muchas empresas que han apostado por los bañadores, los trajes de neopreno, la ropa interior y los calcetines. Pero también existen empresas que fabrican alfombras, zapatos, mochilas y bolsas para la bicicleta, tablas de surf y monopatines, joyas y ropa en general. Y aunque todavía está en fase de investigación, también se está estudiando el uso de las redes para fabricar bobinas de material para impresoras 3D.

El proyecto se define como ‘open source’ ¿Quién puede formar para del proyecto?

Uno de los objetivos del proyecto es ampliar el número de aplicaciones comerciales para las redes de pesca desechadas y tratar de buscar otros sectores potenciales más allá del de la moda y los complementos. Por eso, se acaba de lanzar el Circular Ocean Innovation Competition 2018 en el que pueden participar estudiantes, empresas, emprendedores y universidades de los países pertenecientes al programa Interreg. Son válidas todas las ideas que se puedan tener acerca de cómo recircular la cadena de valor de los residuos de la industria pesquera basándose en materiales y tecnologías de procesamiento innovadoras, maquinaria local, modelos comerciales o soluciones completamente diferentes que permiten la recolección, reutilización y reciclaje de estos residuos marinos.

En el caso de la Universidad Técnica de Dinamarca, os centráis en el sector de la construcción

¿Qué investigáis exactamente?

Las personas del departamento involucradas en este proyecto se centran en la investigación del uso de fibras procedentes de las redes de pesca como refuerzo en el hormigón. El hormigón reforzado con fibras es ampliamente utilizado en el sector de la construcción, y suelen utilizarse diferentes fibras comerciales que van desde el acero hasta fibras naturales. Lo que se busca, es poder sustituir las fibras de refuerzo comerciales, que son expresamente fabricadas con ese propósito, con fibras recicladas que ofrezcan unas propiedades físicas y mecánicas aptas. En el caso de mi proyecto, las fibras que utilizo son fibras de polietileno, pero otros compañeros investigan fibras de nylon y de polipropileno, y los resultados están siendo muy satisfactorios.

Porque aparte de un claro beneficio medioambiental para todos, ¿existe un beneficio económico para las empresas del sector de la construcción que utilicen estas fibras?

Las principales empresas escandinavas suministradoras de fibras de polipropileno comerciales venden estas fibras a 4 euros/Kg, aunque obviamente, en el mercado asiático los precios son más bajos. La empresa escandinava Plastix, que es una de las que se encarga de la recogida y el procesado de las redes de pesca desechadas en la región, plantea vender las fibras recicladas de polietileno por 0,40 euros/Kg. Aunque los porcentajes por volumen que se necesitan usar de cada tipo de fibra en el hormigón varían, podría claramente existir una competencia económica en el mercado, donde además si se tiene en cuenta la creciente disposición de las empresas escandinavas hacia una transición a una producción más sostenible, las fibras recicladas tomarían ventaja.

De momento esta nueva aplicación se encuentra bajo investigación, pero ¿existen empresas ya interesadas en la utilización de estas fibras?

Antes de iniciar el proyecto, en el departamento se realizó un análisis del sector de la construcción en países como Dinamarca, Suecia y Finlandia, para comprobar la viabilidad y las oportunidades de mercado para la idea que se pretendía desarrollar. Dinamarca tiene un sector de la construcción y una industria del cemento muy potente. Sabemos que existen empresas interesadas en la utilización de estas fibras, que hay reconocidos estudios de arquitectura daneses trabajando con el concepto de upclycing, y consideramos que si los resultados y conclusiones finales de este primer proyecto son satisfactorios, Dinamarca es uno de los países más propicios para lanzar comercialmente la idea.

Estamos en el último año de vida del proyecto ¿Circular Ocean tendrá segunda parte?

Sí, el proyecto se acaba justo a finales de este año, pero los socios ya han entregado la propuesta para obtener los fondos para la segunda parte ‘Circular Ocean 2.0’ y la respuesta se conocerá en junio, pero teniendo en cuenta al gran éxito y la buena organización que hubo a lo largo de estos tres años, todos los miembros están seguros de que el proyecto será aprobado. Esta segunda parte pretende seguir centrada en investigar soluciones innovadoras para las redes de pesca desechadas, pero también ir un poco más allá centrándose en la impulsión de la creación de spin- off o start-ups dentro del proyecto. El Arctic Technology Centre seguiría centrado en investigar las propiedades mecánicas y físicas de muestras con diferentes geometrías, investigar y testar otros tipos de materiales utilizados para fabricar redes de pesca y en buscar nuevas aplicaciones para las redes como refuerzo en el sector de la construcción. Además una vez se obtengan las conclusiones finales, uno de los objetivos del departamento es acercar la solución a empresas del sector que podrían estar interesadas.

¿Crees que este proyecto podría ser relevante en otras zonas pesqueras como la costa atlántica o cantábrica?

Las regiones atlántica y cantábrica son potencias pesqueras a nivel mundial. Pese a todo, la pesca continúa siendo un sector bastante tradicional que ofrece grandes posibilidades de mejora gracias a la tecnología y la innovación. Al tratarse de un sector que depende exclusivamente de la explotación de un recurso natural, resulta aún más necesario invertir en innovaciones que aseguren su sostenibilidad. En este sentido, se empieza a tratar con cierta preocupación el problema de la contaminación de las costas españolas y su fauna marina, y ciertos medios se empiezan a hacer eco de esta creciente problemática. Pese a todo, creo que, por el momento, la conciencia social sobre el problema de la contaminación de los océanos no es tan alto en España como en la región ártica, por lo que se necesita insistir en la divulgación de un problema con consecuencias devastadoras y que afecta a nivel global.

Actualmente en España se están desarrollando algunos proyectos centrados en la prevención de la contaminación marítima, buscando soluciones innovadoras al problema que la causa, como por ejemplo para las bandejas de poliestireno expandido que se utilizan en los supermercados y que debido a su baja densidad son fácilmente depositadas en el océano, y estoy segura de que muy pronto aumentará la preocupación sobre los residuos marinos derivados de la industria pesquera.

Adicionalmente a los beneficios medioambientales, tras mi participación en el proyecto durante estos meses, he tenido la oportunidad de conocer todas las empresas, start-ups e ideas de negocio generadas alrededor del proyecto Circular Ocean. Todo ello, confirma la creación de valor añadido derivado de transformar la industria pesquera hacia un modelo de economía circular que valoriza los residuos o sub-productos industriales. Esta creación de valor se traduce en términos de generación de empleo y oportunidades de negocio durante el proceso de recogida y procesamiento de residuos, lo que debe de funcionar como apoyo para la proliferación de proyectos innovadores de este tipo.

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