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Incentivos para la reducción de residuos

En la jerarquía de gestión de los residuos, la línea de trabajo más efectiva que apoya la Economía Circular es la Reducción. Pero es un hecho que existen problemas para conseguirla, ya que sus posibilidades de solución no han encontrado aun los incentivos adecuados dentro del mecanismo del mercado, que sigue estando orientado a la demanda (consumo).

La denominada “responsabilidad ampliada del productor” determina el hecho de recaer la responsabilidad del problema de los residuos en el fabricante del producto (un frigorífico, una lata de bebida, un neumático…) y esto ha conducido al desarrollo de determinadas técnicas y conocimientos necesarios para su tratamiento, la modificación de los precios de los productos según el material que se pretenda recuperar, cuyos residuos al final de su vida útil se tratan de solventar a través del reciclaje. Pero esta solución que se ha llevado a cabo gracias a las Directivas Comunitarias en materia de Residuos y contemplada en la Ley 22/2011 de Residuos y Suelos Contaminados y anteriores (Ley de Residuos y Ley de Envases y residuos de envases) se ha quedado corta desde el punto de vista de la circularidad de la economía.

Al examinar la forma en la que se podría recurrir a medidas de estímulos para favorecer la adopción de tecnologías que minimicen la generación de residuos, puede ser útil contemplar su aplicación en el contexto del modelo simple que representan las 4 fases del ciclo de producción y de consumo:

  • Concepción o ideación del producto
  • Extracción de los recursos para fabricarlo
  • Fabricación industrial o manufacturado del mismo
  • Destino final del producto (incluyendo la distribución) y evacuación de los residuos.

Concepción o ideación del producto

Esta fase de diseño tiene una importancia capital para el desarrollo de las técnicas de reducción, la reutilización y el reciclado, manteniendo los materiales en utilización el máximo tiempo posible en el mercado. La elección de las materias primas puede ser muy importante en esta fase para conseguir un producto que sea fácilmente reutilizable, reparable y reciclable al final de su vida útil. Ahora bien, en la mayoría de los casos estas consideraciones apenas intervienen en la concepción del producto. En principio los incentivos y otras medidas aplicables, tales como:

la aportación de información sobre las técnicas de prevención de residuos con el objeto de facilitar la aplicación de las mejores técnicas disponibles por la industria

– la realización de campañas de sensibilización y concienciación de productores y consumidores

– la aportación de apoyo de tipo económico o fiscales a productos ecodiseñados

– apoyo a la toma de decisiones a las empresas (PYMES fundamentalmente) a través de una consultoría sostenida y subvencionada.

– paneles de consumidores/productores o negociaciones sectoriales con objeto de que los sectores comerciales o industriales correspondientes establezcan sus propios planes u objetivos de prevención de residuos

Realmente todos ellas están recogidas de alguna forma en nuestro ordenamiento jurídico, es decir, que no son nuevas, podrían ser mucho más eficaces y menos costosas que las medidas dirigidas a rectificar los defectos (técnicos o inducidos) de concepción en las fases de fabricación o de destino final de los productos (productos devueltos por falta de calidad o eliminados por prácticas de obsolescencia programada) o que no tengan capacidad de reciclaje o éste sea muy costoso o poco eficiente.

Extracción de los recursos

La industrialización en cualquier punto del mundo ha sido el resultado, generalmente, de políticas gubernamentales que han estimulado la prospección y cotización en el mercado de los recursos primarios (petróleo, gas, carbón, minerales…) no renovables. Estas políticas propias de la “economía lineal” han frenado directa e indirectamente la utilización competitiva de los recursos secundarios, es decir, los materiales recuperados y reciclados (Residuo=Recurso); así como el desarrollo de las energías renovables. La Economía Circular ha puesto en revisión aquellas formas de extraer recursos teniendo claras consecuencias sobre el cambio climático y de materias primas, reduciendo la demanda de recursos primarios y estimulando la utilización de los otros. Los estímulos pueden igualmente resultar eficaces en el nivel de extracción, donde se querrá, por ejemplo, alcanzar determinados objetivos como la reducción y la limitación de los residuos de extracción y la restauración del suelo; será también necesario tener en cuenta el hecho que la cantidad de energía necesaria para extraer materias primas es a menudo considerablemente superior de la que se necesita para reciclar un volumen equivalente de residuos o de productos acabados desechados.

La fabricación industrial o manufacturado

La fabricación de un producto industrial requiere por definición sacar el mejor partido posible de las materias primas y de la energía disponible. Sin embargo, todos los procesos industriales producen residuos, de los que una parte son utilizados en la misma industria (cierre de circuitos) o como factor de producción en otra industria (ecología industrial), mientras que otros residuos, emisiones atmosféricas, vertidos líquidos, energía perdida en forma de calor, tienen pocas posibilidades de reutilización, si no hay incentivos y planificación logística territorial. La estrategia más común en la industria es:

  • Reutilizar todos los residuos que técnicamente sean viables de un proceso dado de fabricación
  • Promover la adopción de técnicas que reduzcan a un mínimo la producción de residuos, en particular los residuos no reutilizables.
  • Intentar la utilización mínima de sustancias tóxicas en los procesos productivos.
  • Utilizar energías renovables o más limpias

Destino final del residuo

Si el ecodiseñado es eficiente, debería permitir la reducción casi total de la generación de residuos de los productos al final de su vida útil; por el contrario, subsisten todavía importantes problemas en esta fase. Los incentivos, en este caso, deberán dirigirse al mayor número posible de consumidores a diferencia de las fases precedentes en que iban dirigidos a grupos de productores. Sin embargo, aunque se lograra convencer a los consumidores que comprasen y devolvieran los productos desechados con fines de reutilización, la experiencia demuestra que el propio sistema económico tropieza con dificultades para hacer eficientes estos sistemas, por ejemplo, es imposible a veces reciclar el papel usado y otros materiales recuperados debido a las importantes fluctuaciones a corto plazo del precio de estos residuos o bien a excedentes de mercado por cese de la demanda exterior (exportaciones). Las informaciones de acumulación de materiales recuperados de los contenedores de selectiva que no tienen salida en el mercado o de almacenamientos destruidos por incendios, etc. , desincentivan claramente a los consumidores en el hecho de efectuar correctamente su cometido. Los incentivos pueden resultar eficaces en esta fase dejando claro que el objeto, más que reciclar, es reutilizar y así se podría estimular la reutilización mediante:

la puesta en marcha de sistemas fiscales favorables a productos reutilizables o fabricados con materiales reciclados y actividades de reparación;

– fomento de la creación de plataformas certificadas de productos en el mercado secundario o de segunda mano;

– promoción de medidas educativas, económicas, logísticas o de otro tipo, como el apoyo a los centros y redes autorizados de recogida y reutilización (logística inversa), así como la promoción de su creación, especialmente en las regiones con elevada densidad de población o donde no existieran tales centros y redes, recogida igualmente en la Ley;

– acuerdos con el sector de la hostelería y la restauración, tales como el fomento de la utilización de envases reutilizables, compras de proximidad y reducción del desperdicio alimentario;

– la integración de criterios ambientales y de prevención de residuos en la contratación pública y privada de materiales y servicios;

– evitar el consumo de productos de un solo uso y sobreenvasados.

José Vicente López Álvarez,

Director del Grupo de Innovación Ambiental y Economía Circular. Universidad Politécnica de Madrid
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