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ECONOMIA CIRCULAR, UNA OPORTUNIDAD PARA REVITALIZAR EL MUNDO RURAL.

  1. LA DESPOBLACIÓN, EL GRAN RETO EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XXI.

Pese a que la despoblación del mundo rural es un fenómeno que lleva décadas produciéndose, no ha sido hasta los años más recientes cuando las alarmas han saltado y el debate ha llegado a las instituciones políticas, gracias a, entre otras cosas, el ascenso de partidos políticos o plataformas que ponen en el centro el problema de la despoblación, a estas mismas instituciones u otras organizaciones, cumbres o foros nacionales e internacionales.

Tal y como ya apuntaban todas las previsiones desde mediados del siglo XXI, la población mundial ha experimentado un crecimiento hasta límites nunca antes vistos, no obstante, este crecimiento, tal y como indicaban las predicciones, se ha producido de manera desigual y, mientras las ciudades han crecido y han multiplicado su población en cantidades desorbitantes, las zonas rurales han ido perdiéndola a un ritmo prácticamente proporcional.

En todo el mundo la tendencia ha sido la misma, pero es en Occidente y, particularmente notorio en países como España, donde estos cambios demográficos se pueden observar con mayor claridad. Así, por ejemplificar la situación, vamos a analizar los datos demográficos de España en la última centuria, comparando la variación de la población en tres provincias y tres décadas distintas. De este modo, según datos del Instituto Nacional de Estadística,  en 1920, la población española era de 21.389.842 habitantes, en 1960, aumentó a 30.528.539 y, en 2018, aunque no fue el mejor registro, debido a los estragos de la crisis, entre otras cosas, se alcanzaron los 46.722.980 habitantes. Por su parte, en la provincia de Teruel vivían 252.096 personas en 1920, en 1960, se redujo la población en 215.999 habitantes, y, en 2018, disminuyó a 134.572; por su parte, Guipúzcoa contaba con 258.557 habitantes en 1920, con 476.235 en 1960, y, en 2018, habitaban 720.592 personas en la provincia; por último, los datos para Madrid son de 1.067.637 habitantes en 1920, 2.603.880 en 1960 y 6.578.079 en 2018.

En un siglo, la población española ha aumentado más de un 118%, sin embargo, este aumento se ha producido de manera desigual, pues, aunque en 1920 Teruel y Guipúzcoa tenían prácticamente la misma población, mientras que, en este tiempo, Teruel ha visto reducida su población en casi  un 47%, en Guipúzcoa se ha incrementado casi un 177%, y, en el caso de Madrid, más significativo, ha aumentado la población un 516%. Mientras que regiones como Guipúzcoa y Madrid, representan un crecimiento demográfico y son claros ejemplos del proceso de urbanización característico de nuestra era; otras rurales, como Teruel, que, aunque no es la menos poblada (Soria es la provincia española con menor población), sí es la que más población ha perdido en términos relativos y absolutos (aunque Soria tampoco se queda atrás, con casi un 42% de disminución de su población), representan la otra cara de la moneda y son el claro ejemplo de otro de los grandes retos del Siglo XXI, la despoblación.

Las predicciones de  cara al futuro no son mucho más alentadoras, estimándose que, para el año 2033, mientras que la población del conjunto de España, de Guipúzcoa o de Madrid aumentará a 49.016.090, 729.117 y 7.416.274 habitantes respectivamente, la de Teruel disminuirá hasta los 122.374 habitantes. Paradójicamente, mientras que vivimos y viviremos en un país (y en un Planeta) cada vez más poblado, esta población se irá concentrando cada vez más en lugares muy específicos, mientras otras áreas, antaño igual de pobladas que las ahora regiones urbanas, están languideciendo y se están abandonando por completo.

  1. EL ABANDONO RURAL, ALGO MÁS QUE UN PROBLEMA DEMOGRÁFICO.

Muchos son los factores que han provocado y provocan este éxodo rural, la falta de infraestructuras, las inclemencias del clima, los obstáculos geográficos, la lejanía con las principales ciudades, etc. Sean cuales sean, lo cierto es que el abandono del mundo real es un reto al que hay que hacerle frente porque, si bien es cierto que las áreas urbanas son, desde hace siglos, el polo de desarrollo económico y las principales generadoras de empleo, bienes y servicios, aún son incapaces de sustituir el papel de las zonas rurales en muchos otros aspectos. La mayor parte de los recursos naturales, tan imprescindibles para cualquier economía, se encuentran en mayor número en aquellas zonas rurales, donde la naturaleza es abundante.

Todas las materias primas se obtienen de la naturaleza, podemos sintetizar estos componentes sometiéndolos a procesos químicos e industriales y crear materiales nuevos, pero todos estos materiales dependerán, en origen, por muy artificiales que sean, de recursos naturales que solo podemos encontrar en abundancia en zonas alejadas de los grandes núcleos urbanos. El papel, el caucho, la resina, o el algodón, por ejemplo, son materiales imprescindibles para determinadas industrias y tienen un origen vegetal; lo mismo ocurre con el cuero, la seda, la lana o el ácido carmínico, que son de origen animal; lo mismo ocurre con la caliza, la arcilla, o el hierro, de origen mineral, y con cualquier otro recurso natural del que dependa cualquier industria, desde la textil hasta la tecnológica, por no hablar de la agroalimentaria.

Imaginemos, por ejemplo, que un productor textil tradicional que tiene su industria en la ciudad de Barcelona, cuenta con un proveedor de algodón proveniente del municipio de Paterna del Campo, en Huelva (un municipio que ha perdido más del 10% de población desde mediados de los 90), y que la lana se la compre a otro proveedor de Mombuey, en Zamora (que ha perdido entorno al 18% de su población en el mismo período). Supongamos que, hipotéticamente, la falta de inversión en sus respectivos pueblos ha propiciado su aislamiento, que, sumado la falta de servicios, ha forzado a la juventud de esos municipios a migrar a la ciudad,  provocando la dificultad para encontrar a otros que se encarguen de seguir con las explotaciones agrícolas y ganaderas de las que estos proveedores locales se nutren, lo que, a su vez, les crea serios problemas a la hora de continuar desarrollando su actividad económica y reduce considerablemente su producción, poniendo en riesgo su propio negocio. Igualmente, la pérdida de rentabilidad de sus negocios provocada por la desaparición de esos ganaderos y agricultores, hace que tengan que subir los precios por la escasez y la dificultad de encontrar las materias primas con las que comercian. Esta subida de los precios obliga, a su vez, a que el productor textil de Barcelona, si quiere salvar su negocio, se busque nuevos proveedores y, probablemente, los acabe encontrando en el extranjero, donde, explotaciones más grandes que venden a un menor precio le ofrecen la posibilidad de reducir sus costes e, incluso, aumentar su volumen de negocio.

Los proveedores de lana y algodón que, directamente, dependían de los productores de lana y algodón locales, tras perder el cliente de Barcelona y, posiblemente, muchos otros, por no poder ofrecerles los productos que demandan, se ven obligados a cerrar. El cierre de estos negocios, obliga a estos productores a abandonar el mundo rural en busca de nuevas oportunidades, y con el abandono de estos y otros productores, otros comerciantes, prestadores de servicios y comerciantes, cuyos clientes eran los habitantes de esos núcleos rurales, se ven obligados también a abandonar porque su clientela ha emigrado. Es un proceso lento pero continuo, que actúa en cadena y que, progresiva, pero ferozmente, está despoblando prácticamente todas las áreas rurales de nuestro país y de muchos lugares de Europa.

Hay quien dice que este proceso de despoblación es inevitable, y, dado que el crecimiento de las ciudades ha propiciado en paralelo un desarrollo económico prácticamente constante desde que el fenómeno de la urbanización comenzó a despegar, en un primer momento, en el S.XIX con la Revolución Industrial y, más recientemente, desde la década de 1960, parece bastante evidente, al menos a simple vista, que se trata simplemente de un peldaño más en la evolución de la Humanidad y una consecuencia inexorable del desarrollo económico. No obstante, creo que también plantea algunas dudas y es posible que, de cara al futuro (incluso ya en el presente está quedando patente), exponga nuevos retos y realidades a las que habrá que hacer frente de manera eficaz.

Si este proceso de despoblación del mundo rural culmina y desaparece la población de estas zonas, al igual que los productores y comerciantes de nuestro ejemplo, no habrá nadie que se encargue de explotar todos esos recursos naturales de los que no provee la naturaleza. Las ciudades son los polos del desarrollo y en ellas la oferta de bienes y servicios es innumerable, no obstante, para que todos esos bienes y servicios funcionen, necesitan de unos recursos que, en numerosas ocasiones, las ciudades son incapaces de producir. Los materiales de construcción, los recursos alimentarios, los textiles, los farmacológicos, incluso los materiales con los que se producen los aparatos electrónicos… En origen, por mucho que algunos materiales se puedan sintetizar industrialmente, los diferentes productos que se obtienen finalmente, dependen todos ellos de diferentes materias primas de origen natural, y, quienes se encargan de producir, distribuir y explotar esos recursos naturales son justamente las personas que viven en esas áreas rurales o próximas a entornos naturales.

  1. EL MUNDO RURAL, NUEVAS OPORTUNIDADES Y SOLUCIONES, PARA NUEVOS PROBLEMAS y RETOS URBANOS.

Según numerosos estudios recientes, la desconexión con estos entornos naturales, rurales, al fin y al cano, provoca perjuicios para la propia salud y, así, se ha constatado que los niños que viven en entornos altamente urbanos, sufren más desórdenes psicológicos, estimándose que existe hasta un 55% menos de riesgo de que un individuo sufra trastornos de salud mental en la edad adulta si se ha criado en un entorno rural o cercano a la naturaleza[1]. Incluso en Japón, en el año 1982 se aprobó, dentro del marco de un programa nacional de salud pública, se aprobó la técnica de shinrin-yoku, o, “baño en el bosque”, por la que se instaba a aquellas personas que sufrían desórdenes como estrés (considerada la “enfermedad del S.XXI” por la OMS), ansiedad, o depresión, llegando a una conclusión muy interesante: En los pacientes objeto de estudio, el sistema inmunológico y las células asociadas a la prevención del desarrollo de cáncer, brindaban respuestas más rápidas y sus resultados positivos duraban durante un mes. Del mismo modo la hormona cortisol desciende en un 12,4 %, al igual que la actividad del nervio simpático, en un 7%, y la presión sanguínea, que baja una media de 1.4%. Además, los que practican el Shinrin–Yoku tienen un descenso en la media de infartos de un 5,8 % [2]. Igualmente, médicos en Escocia están recetando, desde 2018, viajes a la naturaleza para pacientes con depresión, ansiedad o estrés, pero también con la presión arterial alta, con riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares o diabetes, porque está evidenciado que contribuye a mejorar la salud de los pacientes (evidentemente, esto no quiere decir que debamos abandonar los progresos de la ciencia y evitar vacunas o medicamentos, pero estar en contacto con la naturaleza contribuye, en gran medida, a mejorar la salud).

Pese a que estas cuestiones puedan parecer para algunos una tontería, lo cierto es que, como especie, los seres humanos, hemos pasado más del 90% de nuestra etapa evolutiva en contacto con la naturaleza, por lo que nuestras funciones fisiológicas todavía están adaptadas al medio natural, debido a la rápida urbanización de nuestro entorno, que no ha permitido que transcurra el tiempo suficiente necesario para que se produzca esta adaptación. Sin ir más lejos, los datos muestran que, en la actualidad, sobre todo en entornos urbanos, los seres humanos pasamos la inmensa mayoría de nuestro tiempo sentados o practicando una vida sedentaria a pesar de que nuestro cuerpo está desarrollado para realizar una mayor actividad física, lo que genera o propicia un gran número de enfermedades, como la obesidad, dolores musculares, cefaleas, escoliosis… Según estudios llevados a cabo por la American Journal of Epidemiology permanecemos más tiempo sentados que practicando cualquier otra actividad[3], y la Sociedad Española de Cardiología asegura que permanecer más de 6 horas al día sentado predispone a situaciones de riesgo (consideremos que, de partida, entre 8 y 9 horas la mayoría de la población permanecemos sentados en una oficina).

Aunque parezca que estas cuestiones son irrelevantes con la temática del artículo,  si nos detenemos a pensarlo, para desarrollar la mayoría de estas actividades que los expertos de la salud recomiendan para evitar todas esas dolencias o enfermedades, necesitamos igualmente de unos recursos, unos recursos naturales que no podemos encontrar en la mayoría de los grandes núcleos urbanos del mundo, sino en esas áreas rurales, por lo que nuevas oportunidades de negocio surgen y, gracias a la economía circular, se pueden potenciar, puesto que, por ejemplo, ofrecen alternativas más sostenibles al turismo tradicional e, igualmente, requieren simplemente de una explotación económica de unos recursos que ni siquiera tienen que ser transformados o alterados en procesos industriales.

Si se ha traído a colación estas cuestiones es, simplemente, para tratar de explicar cómo, a consecuencia de la transformación que se ha producido en toda la estructura de nuestra sociedad, surgen también nuevos retos y conflictos a los que tenemos que dar respuesta y, como ya ha empezado a suceder en algunas partes del mundo, las soluciones que se han planteado están, en general, intrínsecamente unidas a los entornos rurales, que son parte del tema que se está tratando en este artículo. En segundo lugar, en lo que respecta a la relación que pudieran tener estas cuestiones con la economía circular, la otra cuestión objeto del artículo, radica en que, como se desarrollará más adelante, en la actualidad, como resultado de estos nuevos retos, los recursos naturales de que disponemos y que, son especialmente abundantes en estas zonas rurales, nos ofrecen ahora la posibilidad de repensar la concepción que tenemos sobre nuestros propios recursos naturales y la manera en la que los explotamos. Con la gestión adecuada, los recursos naturales nos permiten producir bienes y prestar servicios de manera compatible y alternativa, y, esa alternatividad y eficiencia solo puede venir de la mano de la economía circular

 

  1. LA PARADOJA DEMOGRÁFICA DE ESPAÑA

Volviendo al tema principal y, atendiendo al caso de España,  resulta curioso que, mientras que es uno de los países con mayor superficie de Europa (tras Ucrania y Francia y excluyendo a Rusia), su densidad de población es moderada (93 hab./km²) estando por debajo de la media de la UE (117 hab/km²). Además, varias regiones de nuestro país se encuentran entre las menos densamente pobladas de Europa, llegando, en algunos casos, a alcanzar cifras solo equiparables en el continente a las regiones más inhóspitas del Norte de Europa, limítrofes o emplazadas en el Círculo Polar Ártico.

Así las cosas, podríamos decir que en España vivimos en una paradoja demográfica. Alistar Rae, profesor de Estudios Humanos y Planificación en la Universidad de Sheffield, realizó un interesante estudió. Tomó los datos de población del Eurostat de 2011 y los ubicó en un mapa dividiendo Europa en áreas de 1 km² para poder comparar todo el territorio de forma similar. Al extrapolar sus resultados al mapa, pudo observar cómo en los Alpes y, en especial, en Escandinavia y en prácticamente todo el interior de la Península Ibérica (excluyendo a Madrid),  se da un “parón demográfico”, mostrando estas como las áreas con la población más dispersa de todo el continente. Sin embargo, su mapa también reveló cuáles eran las áreas con mayor “densidad vivida” de la UE, aquellas donde la población está más concentrada. Los resultados mostraron que, de las 33 áreas de un kilómetro cuadrado con más de 40.000 habitantes existentes en la UE, ¡20 de ellas se sitúan en Españal! Así, España contiene en su interior más de 505.000 cuadrados de 1 kilómetro, pero solo se vive en el 13% de ellos. Esto significa que en ese 13% del territorio, se concentra la totalidad de los más de 45 millones de habitantes que tiene nuestro país, lo que implica que la conocida como “densidad vivida”, es de e 737 personas por km², una cifra muy superior a la densidad de población de los Países Bajos, que con 546 personas por km², es el país más densamente poblado del continente, si atendemos a los estándares tradicionales y que, incluso atendiendo a la concepción de densidad vivida, sigue por debajo de España[4]  . De esta forma, por densidad vivida, se podría decir que España es el país de la UE con la mayor densidad de población, pero, a su vez, también es el país que alberga más áreas con menor densidad vivida de toda la Unión. He aquí la paradoja demográfica de nuestro país, que posee uno de los desiertos demográficos (<10 habs/km²) más extensos y, a su vez, muchas de las áreas más densamente pobladas de toda la UE.

De este modo, mientras Madrid es una región superpoblada, con una densidad de población de 827 habitantes por Km², otras, como la denominada “Serranía Celtibérica” (la “Laponia del Sur”), una región comprendida entre el sur de Burgos y el interior de las provincias de Valencia y Castellón, que incluye la totalidad de las provincias de Soria, Teruel y Cuenca, y buena parte de las de Zaragoza y Guadalajara, con 7,98 habitantes por km² (dentro de esta región hay zonas, como los Montes Universales, entre Cuenca, Guadalajara y Teruel, que incluso cuentan con  0,98 habitantes por kilómetro cuadrado, inferior a la de la región de Laponia Finlandesa, que ronda los 2 hab/ km²), representan, no solo la ya conocida “España vaciada”, sino, con toda probabilidad, también la “Europa despoblada “.

Esto implica, entre otras cosas, que el 54% de la superficie total del país solo contenga al 5% de la población; o que en el 30% del territorio español se concentre el 90% de la población. Lo anterior también significa que la inmensa mayoría del territorio español, que es, además, el más diverso de Europa desde un punto de vista ecológico, y, por tanto, el que mayor variedad de recursos naturales acoge, está siendo abandonado progresivamente, lo que provoca el consecuente cese en la explotación de estos recursos, y el desaprovechamiento de las oportunidades que estos nos ofrecen. En suma, con el abandono del mundo rural, estamos abandonando también una gran fuente de recursos naturales, una gran fuente de oportunidades.

A todo esto, sumémosle que, en España, el desempleo juvenil ronda el 35%, muy por encima de la media europea (15%), mientras que paradójicamente, somos uno de los países que más titulados universitarios producimos (41,1%), también por encima de la media europea (36,3%), lo que ha posicionado a España como el mercado europeo con más graduados universitarios que trabajan por debajo de su cualificación, teniendo en cuenta que, en el año 2018, el 37,6% de los egresados desempeñó un cargo que no se correspondía con su formación. Esto significa que nuestros recursos humanos están tremendamente desaprovechados, pues producimos más titulados de los que nuestro mercado laboral puede absorber. Hay una demanda de titulaciones universitarias que dista mucho de la oferta para cubrir estos puestos de trabajo, lo que, en definitiva, se traduce en que la inversión que se desembolsa en la formación de todos estos jóvenes, tampoco se está aprovechando.

Si analizamos conjuntamente estas últimas cuestiones, podemos observar cómo desaprovechamos unos recursos naturales por falta de recursos humanos que los exploten,  a la par que desaprovechamos unos recursos humanos por no poder ofrecerles los empleos para los que se han estado formando. La mayoría de estos empleos se buscan en las ciudades, ciudades que, a pesar de que cada vez están más pobladas, no parece que puedan absorber toda esta cantidad de recursos humanos cualificados que ellas mismas producen. Los pueblos se mueren por falta de recursos humanos, y las ciudades se superpueblan sin poder dar salida a todos esos jóvenes.

Las áreas rurales demandan toda esa juventud, todos esos recursos humanos, que las áreas urbanas no están pudiendo integrar en su mercado laboral. ¿No resulta también paradójico? Actualmente, muy pocos son los jóvenes que se plantean establecerse o quedarse en el entorno rural. Sin servicios, con unos empleos denostados que se consideran poco cualificados, con una red de infraestructuras en muchos casos inexistentes y con la aparente falta de oportunidades, los jóvenes tampoco ven en el mundo rural una alternativa para poder desarrollar una carrera profesional, pero ¿y si hubiese alguna forma de revertir la situación?

  1. ¿POR QUÉ BENEFICIA LA ECONOMÍA CIRCULAR AL DESARROLLO RURAL?

La economía circular pone en el centro la revalorización de los recursos naturales y busca una mayor optimización de los mismos a través de, entre otras cuestiones, el incremento de los usos alternativos. Todos esos recursos naturales que se están desaprovechando por dejar morir a las zonas rurales, son una fuente de ingresos de incalculable valor. La economía circular se ha impulsado en las grandes ciudades porque ha sido en esas zonas urbanas donde, la necesidad de optimizar unos recursos escasos para una población cada vez más numerosa, ha quedado más patente;  no obstante, las ciudades siguen siendo incapaces de producir un gran número de recursos que es imprescindible para su propia supervivencia. Las ciudades tienen un déficit de recursos y un exceso de jóvenes desempleados, mientras que las áreas rurales tienen una gran cantidad de recursos, pero nadie que los aproveche. La economía circular debe impulsarse también en las áreas rurales, porque es en esas áreas rurales donde abundan esos recursos, donde mejor se pueden estudiar las fórmulas para revalorizarlos y optimizarlos al máximo.

Pero para que esto ocurra, hace falta inversión en esas zonas, se debe impulsar el emprendimiento y cambiar la visión del mundo rural como algo arcaico, carente de oportunidades e, incluso, ignorante. La única manera de generar más inversión y servicios en las zonas rurales, es potenciando y dando valor a los recursos allí existente y la economía circular es una muy buena manera de hacerlo. Si existe un mercado, existen oportunidades, y si esas oportunidades consiguen atraer a personas que se encarguen de explotar ese mercado, se generarán, a su vez, otras nuevas oportunidades, traducidas en la necesidad de ofrecer bienes y servicios para aquellos que decidan establecerse en las zonas rurales.

Además, en la actualidad, gracias a las nuevas tecnologías, un gran número de empleos pueden desarrollarse en cualquier lugar del Planeta, siempre y cuando se tenga un acceso a internet en las mismas condiciones. Incluso para la propia economía circular estas nuevas tecnologías resultan imprescindibles, y, de ese modo, muchas políticas llevadas a cabo en los últimos años para tratar de frenar la despoblación, han contemplado entre sus medidas estrella mejorar el acceso a las redes de comunicaciones y a internet de alta velocidad, por lo que la economía circular puede aprovechar estos primeros pasos que ya se dado.

La economía circular es una manera de potenciar esas oportunidades porque precisamente se inspira en la necesidad de aprovechar al máximo aquellos recursos naturales que abundan en las áreas rurales. Ya no solo dependemos de todos esos recursos para poder fabricar y producir la ropa que vestimos, los alimentos que consumimos, o las propias fuentes de energía, sino que también, hasta desde un punto de vista de la salud, como hemos visto, necesitamos de esos recursos naturales. Un mismo recurso natural puede ser utilizado alternativa e, incluso, simultáneamente, de diversas maneras. Potenciar estos recursos naturales, implica ampliar la perspectiva y aprender a comprender que la usabilidad de estos bienes de los que la naturaleza nos provee tienen innumerables usos. Por ejemplo, los recursos madereros se pueden emplear para fabricar muebles, papel, corcho, resina, embalajes, palés, como material de construcción, ornamental, o para producir energía biomasa; pero también de ellos se obtienen recursos alimentarios, e, incluso ahora que existe, como hemos visto, una mayor necesidad por parte de la población urbana de “desconectar” (o reconectar) en la naturaleza, por motivos de salud, existe también un recurso turístico y hasta sanitario. Para cada uno de estos usos alternativos, existe una oportunidad diferente.

Imaginemos, por ejemplo, que nos encontramos en la Comarca de Pinares, una región natural que se encuentra a los pies de los Picos de Urbión, en las provincias de Soria y Burgos, limitando con La Rioja, y que comprende la masa boscosa continua más grande de España, con 100.000 hectáreas. Esta región ha perdido, en las últimas dos décadas, entorno al 20% de la población. Con una superficie forestal de tamaña envergadura y calidad (el Bosque de Urbión pertenece a la Red Internacional de Bosques Modelo, que certifica la gestión forestal sostenible de este espacio), los recursos naturales con los que cuenta son inmensos. Un bosque de estas características es un recurso paisajístico increíble, además, se encuentra en una zona montañosa, por lo que las reservas de agua también son, en general, abundantes; además, de este propio bosque dependen también otra serie de especies animales y vegetales. Todo esto se traduce en 100.000 hectáreas de recursos cinegéticos, silvícolas, resineros, turísticos, gastronómicos, ganaderos, madereros, etc. El mismo bosque, nos ofrece distintos usos compatibles y alternativos que, gestionados de una manera sostenible, hace posible que diferentes oportunidades de negocio surjan: empresas que se encarguen de gestionar la extracción de madera para infinidad de usos distintos, emprendimiento en el sector del ocio y turismo rural, desde alojamiento y la restauración, hasta la práctica de deportes y actividades al aire libre, distribuidores y productores de recursos provenientes del ganado, de la industrias resinera, o de productos para la biomasa…

A causa de la concienciación social y del cambio de mentalidad en los hábitos de los consumidores, que buscan cada vez más productos sostenibles y que cumplan con los estándares medioambientales, más y más las empresas demandan productos de origen local o nacional producidos de manera respetuosa con el medio ambiente. Estos recursos los pueden encontrar (y, de hecho, los encuentran) en gran medida en las zonas rurales como la que hemos puesto de ejemplo.

  1. EMPRENDIMIENTO RURAL. UN FENÓMENO EN CRECIMIENTO.

En vista de los datos anteriores, pudiera parecer que  la situación es irreversible y,  pesar de que resulta evidente que la despoblación del mundo rural es una realidad innegable, existe todavía un tejido empresarial importante en las áreas rurales que nos hacen contemplar con cierto optimismo el futuro. Tal es así que España es, tras Países Bajos y Francia, el país de la UE con mayor número de autónomos en las zonas rurales, con un 18,6%, una cifra que ha ido aumentando progresivamente en los últimos años, habiéndose producido desde 2009 un incremento del 3,4%[5]. Si esta cifra va en aumento año tras año es porque muchos emprendedores han visto en el mundo rural la oportunidad para establecerse y desarrollar su carrera profesional.

Existen oportunidades que hacen posible que, aún hoy, muchas de esas zonas rurales sigan con vida, la cuestión es, ¿por cuánto tiempo? Mientras existan recursos, existirán oportunidades y, en un territorio como el descrito, los recursos siempre van a estar presentes. El problema es que para que esas oportunidades puedan materializarse, es necesario que se pongan en valor todas esas alternativas y que, todas aquellas personas que estén dispuestas a llevarlas a cabo, puedan nutrirse de una red de servicios que, ahora mismo (o hasta ahora) no existen o están poco desarrollados. El acceso a la educación, a la sanidad, a unas vías de comunicación o a internet, entre otras cuestiones, es imprescindible para que familias jóvenes decidan establecerse o quedarse en esas áreas rurales. Pero, aun así, estos servicios públicos son solo parches que pueden tapar la herida, pero no curarla, y de nada sirven si no se consigue potenciar el emprendimiento en estas áreas y propiciar así la creación de redes de empresas y de un mercado autosuficiente que retenga y, en el mejor de los casos, atraiga a nuevos habitantes, de manera que, si no se puede revertir el fenómeno de la despoblación, al menos conseguir frenarlo.

Potenciar y fomentar la economía circular en estas áreas es la manera de atraer talento y revitalizar estos pueblos y regiones. La tradicional concepción de las zonas rurales como lugares atrasados, carentes de recursos y faltos de oportunidades ha de cambiar para que la situación pueda revertirse. Ejemplo de ello es el caso de los Países Bajos que, con un 22,8% es el país de Europa con mayor porcentaje de autónomos en zonas rurales, hazaña que ha conseguido, entre otras cosas, gracias a la puesta en valor de sus recursos naturales e invirtiendo en innovación y en educación en sectores tradicionalmente contemplados como “poco cualificados”, o “arcaicos”, como la agricultur

  1. EJEMPLOS QUE INSPIRAN. LOS CASOS DE PAÍSES BAJOS E ISRAEL.

Trayendo a colación el caso de la agricultura, existen ejemplos en otros países que nos demuestran cómo la innovación en economía circular puede ayudar a fomentar el emprendimiento rural, reportando sustanciales beneficios. El caso de los Países Bajos es especialmente relevante porque, a pesar de ser uno de los países de menor superficie de toda Europa, es el país del continente que más productos agrícolas exporta, y el segundo a nivel mundial, habiendo conseguido producir más, utilizando menos recursos para ello[6]. Los Países Bajos exportan y producen más que Francia, España y Portugal juntos, aun cuando su superficie es inferior a la de la Comunidad de Aragón, alcanzando los 80.000 millones de euros en productos agroalimentarios.

Como se ha dicho, este hito se ha logrado a través de la innovación y la educación, siendo un ejemplo de ello la Universidad de Wageningen, que se ha convertido en centro de referencia mundial en lo que al estudio e investigación en los ámbitos de nutrición, salud y medio ambiente se refiere, siendo sus egresados los responsables de poner en práctica estas técnicas innovadoras, inspiradas en la economía circular, que han posicionado a su país a la vanguardia en agricultura, una actividad que, en países como el nuestro, se relaciona con empleo poco cualificado y mal valorado y, en dicho país, se ha convertido en un pilar de la economía.

El sistema que se ha desarrollado en los Países Bajos, consiste, entre otras cosas, en la generación de las condiciones propicias en invernaderos, creando moderno sistemas de climatización e iluminación; solventando el problema de su suelo, pobre en nutrientes,  a través del cultivo de plantas que actúan en simbiosis con ciertas bacterias, de manera que produzcan su propio fertilizante; y, por último, reduciendo el uso de agua y productos químicos utilizados en los cultivos tradicionales, consiguiendo, como vemos, resultados  infinitamente superiores. En el caso de los tomates, por ejemplo, para obtener un kilo, en base a los cultivos tradicionales, se necesitan en torno a 60 litros de agua, mientras que para obtener un kilo de tomates holandeses, con tierra enriquecida y demás sofisticaciones, sólo se necesitan 15 litros de agua

Otro ejemplo de como la innovación y la economía circular han ayudado a optimizar y potenciar los recursos naturales lo encontramos en Israel. Este país, pese a ser eminentemente desértico y que se consideraba antaño como uno de los más proclives a sufrir estrés hídrico, ha conseguido una tasa de desperdicio de agua inferior al 10%, pasando de tener déficit de agua a convertirse donde “sobra el agua”, hasta el punto de que exporta este valioso recurso a países como China, India, Brasil, Estados Unidos y Jordania. Israel es el país que más agua recicla (como dato curioso y, símbolo de optimismo, aunque lejos de este, España ocupa la segunda posición, reciclando una tasa de cerca del 20% del agua)[7].

El sistema israelí de gestión de agua consiste, en primer lugar, en la desalinización del agua del Mediterráneo a través de plantas desalinizadoras localizadas a lo largo de toda la costa del país[8]. Para transformar el agua desalinizada en potable, se realiza el proceso de ósmosis inversa. Tras esto, el agua llega las principales ciudades, para uso doméstico e industrial. Después del consumo, se capta y se trata cerca del 91% del agua residual, proveniente de bañeras, , gracias a modernas plantas de tratamiento de aguas y, alrededor del 85% de esa agua reciclada se reutiliza para el riego de cultivos. Para llevar esta agua desde las ciudades a las plantas de tratamiento existe una extensa red de kilométricas cañerías. Allí se procesan 120 millones de metros cúbicos al año hasta dejarlos en condiciones de volver a usarse para riego. De las plantas de tratamiento se  conduce el agua hasta los campos de cultivo y, a partir de estos campos, el efluente se recarga en los acuíferos, donde se somete a los procesos naturales físicos, biológicos y químicos que mejoran su calidad. El agua de los acuíferos se bombea hacia el desierto del Negev, a unos 90 km de distancia, donde se utiliza para el riego y cultivo. Existe, a su vez, una red de pantanos y embalses, unos 230 en total en que almacenan unos 260 millones de metros cúbicos al año, que se nutren de esta agua tratada y que, aun en verano, están prácticamente llenos.

Igualmente, en Israel se ha desarrollado un moderno sistema de riego por goteo, que ha sido exportado a todo el mundo, aplicando la inteligencia artificial, de manera que, a través de sistemas innovadores, cada red de riego aporta exactamente la cantidad de agua que necesita cada clase de cultivo, durante cuánto tiempo, etc., Esto, combinado con la gestión eficiente del agua, las tecnologías de matrices biológicas y otras innovaciones han logrado la revitalización y el desarrollo rural de Israel, convirtiendo al país en una potencia agrícola, transformando varias zonas desérticas del país en un vergel. Al igual que en los Países Bajos, la educación ha supuesto un elemento esencial para desarrollar estos sistemas.

  1. ESPAÑA. TIERRA DE GRANDES OPORTUNIDADES DESAPROVECHADAS.

Es cierto que nuestro país no se puede comparar del todo a los Países Bajos o Israel (pese a que sí compartimos similitudes con ambos países en muchos aspectos), por lo que aplicar exactamente las soluciones que se han desarrollado allí podría resultar inútil, pero es igualmente cierto que nuestro país es el que presenta mayor biodiversidad de Europa, albergando al 50% de las especies animales y el 80% de las vegetales que habitan la Unión Europea, con 121 tipos de hábitats diferentes de los contemplados en la Directiva Hábitats, con más de 7.000 kilómetros de costa bañadas por dos mares y un océano; con 18 millones de hectáreas de bosque (mayor número de hectáreas forestales, solo por detrás de Suecia a nivel comunitario), ocupando el 55% de la superficie de nuestro país; así como una serie de cadenas montañosas que se suceden a lo largo y ancho de todo el país y varios climas diferentes.

El potencial natural de nuestro país es tal, que España aporta a la Red Natura 2000, la red europea de espacios protegidos (y la red de espacios naturales protegidos más grande del mundo), la mayor superficie protegida, que representa nada menos que alrededor del 18% de la superficie total de la UE; es, a su vez, el país del mundo que más espacios aporta a la Red de Reservas de la Biosfera[9] de todo el mundo (52 de 726, lo que supone más del 7% del total), y ocupa igualmente altas posiciones en lo que respecta a otras redes internacionales de protección del medio ambiente, siendo también el segundo país a nivel mundial en cuanto a Geoparques, y el tercero en relación al Convenio de Humedales RAMSAR. Por todo esto, y en vista de los múltiples usos alternativos que surgen de todos y cada uno de los recursos naturales, las oportunidades que podrían generarse en nuestro país si aplicásemos soluciones de economía circular como las desarrolladas por los Países Bajos con respecto a la agricultura, o Israel con respecto al agua y las adaptásemos a las particularidades de nuestro país y a los diferentes sectores y entornos, podríamos conseguir atraer a una nueva red de emprendedores que impulsasen el medio rural.

Un país de reducidas dimensiones ha conseguido posicionarse como líder en exportaciones agroalimentarias, otro donde el 60% del territorio es desierto, ha hecho lo propio con el agua. Un país como España, con una superficie considerable y una diversidad enorme de recursos naturales, podría conseguir, si se investigase y se innovase en las diferentes áreas, potenciar los recursos disponibles y revitalizar y adaptar su economía a la nueva realidad global. Tenemos el potencial para desarrollar un modelo circular y los recursos necesarios para ello, no obstante, en gran parte del país, lo que se necesita son personas que lo impulsen, son emprendedores que pongan en práctica soluciones de este y otro tipo y aprovechen la inmensidad de oportunidades que nuestro territorio no ofrece.

Al fin y al cabo, tal y como se recoge el informe de WWF: La Biodiversidad es vida. La Biodiversidad es nuestra vida, “se calcula que el 40 % de la economía mundial descansa en la biodiversidad y los servicios ambientales de los ecosistemas”, por lo que, a través de la innovación, la investigación, junto con políticas que fomenten el emprendimiento, los incentivos fiscales y la inversión en áreas rurales, y, probablemente, el cambio de rumbo en nuestro modelo educativo, incapaz de adaptarse a las necesidades de nuestro mercado, nuestro país podría encontrar una forma de diversificar, afianzar y potenciar nuestro peso económico.

Las áreas rurales son el mejor laboratorio para la economía circular, pues en ellas se dan las mejores condiciones para buscar alternativas y aplicar soluciones innovadoras para una mejor gestión y mayor optimización de los recursos pues, en definitiva, de estos recursos son de los que depende toda nuestra economía. Al abandonar estas zonas rurales, estamos desaprovechando un gran potencial económico. España tiene un tremendo potencial y solo a través de la innovación y la investigación podemos ponerlo en valor.

En nuestro país se dan las condiciones óptimas y propicias para desarrollar alternativas inspiradas en la economía circular que pueden ayudar a revitalizar el medio rural. Innumerables sectores pueden verse beneficiados si cambiamos la perspectiva e invertimos en educación, innovación e investigación. Países Bajos e Israel son líderes en innovación, alcanzando, según el índice Global de Innovación 2019, la 4ª y la 10ª posición a nivel mundial, respectivamente, España se coloca en una moderada vigésimo novena situación, lejos de los países de nuestro entorno.

Aplicando soluciones innovadoras similares a las que se han descrito, podríamos conseguir afianzar y revitalizar un mundo rural que perece por aparente y supuesta falta de oportunidades cuando, en realidad, las oportunidades existen en abundancia, pero no se hace nada por explotarlas y gestionarlas de manera eficiente. Si consiguiésemos dar el paso, nuestro país podría convertirse, sin ninguna duda, en una verdadera potencia.

[1] Este estudio, elaborado por investigadores de la Universidad de Aarhus, en Dinamarca, puede encontrarse en el siguiente enlace https://www.pnas.org/content/116/11/5188
[2] Aquí podemos encontrar otro estudio elaborado por investigadores japoneses: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2793346/
[3] Aquí se puede encontrar otro estudio interesante al respecto: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3590043/
[4] Para mayor información, consultar el siguiente enlace: https://www.lavanguardia.com/vida/20180126/44292753470/espana-europa-densidad-poblacion-estudio-barcelona-madrid.html
[5] https://cincodias.elpais.com/cincodias/2019/10/17/autonomos/1571338796_795577.html
[6] https://www.eleconomista.es/economia/noticias/8885958/01/18/Holanda-revoluciona-la-agricultura-exporta-mas-alimentos-que-Espana-e-Francia-juntas-con-metodos-sostenibles.html
[7] https://www.infobae.com/inhouse/2019/05/26/el-milagro-del-agua-como-israel-paso-de-ser-un-pais-desertico-a-exportar-agua/
[8] Es cierto que el modelo de desalinización del agua de Israel plantea algunas dudas y problemas, especialmente en lo que se refiere a cuestiones de salud e impacto medioambiental, no obstante, las autoridades ya son conscientes de esos retos y ya se están realizando investigaciones para mejorar y mitigar estos problemas. Se puede consultar los siguientes enlaces para complementar información: https://www.environmentalleader.com/2019/03/israeli-scientists-fear-public-health-risks-from-desalinated-seawater/ y https://www.haaretz.com/israel-news/.premium-desalination-problems-begin-to-rise-to-the-surface-in-israel-1.5494726
[9] Las Reservas de la Biosfera son territorios cuyo objetivo es armonizar la conservación de la diversidad biológica y cultural y el desarrollo económico y social a través de la relación de las personas con la naturaleza. Son también lugares de experimentación y de estudio del desarrollo sostenible.
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