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La dura realidad.

El pasado jueves 6 de febrero un deslizamiento de la masa de residuos del vertedero de Zaldibar provoco la desaparición bajo una avalancha de basura y tierra de dos trabajadores, Alberto Sololuze y Joaquín Beltrán. Desgraciadamente y tras tantos días, solo un milagro evitará que pasen a engrosar la pesada y triste estadística que ya por dos años consecutivos es creciente en nuestro país. Sin duda, ese es el drama y ese será el duelo que superar.

Todo o casi todo lo demás escrito hasta la fecha sobre el Vertedero de Zaldibar es, oportunista, demagógico, inexacto, e incluso mentira. ¡Si, si! Así de categórico me siento hoy.

Querer culpar a los políticos de la administración que concedió licencia y controla la actividad de la empresa explotadora es oportunista ante unas elecciones a la vuelta de la esquina. Lo que ha pasado en ese vertedero puede pasar en cualquier vertedero, y España está llena de vertederos. No en vano es el país de Europa que más residuos (toneladas totales) elimina mediante ese sistema de gestión de residuos.

Todas las administraciones españolas independientemente de su color consienten y aceptan generalizadamente que los vertederos de residuos sean el sistema preferente de gestión finalista de sus residuos.

Dilucidar entre lo que debería y no debería haber dentro del vertedero, si arde por que el tipo de residuos que se han ido depositando es uno u otro, si la lluvia es buena o mala en este momento, si tras la avalancha han aflorado residuos peligrosos que no deberían estar allí depositados, si el agua es buen material para apagar el fuego que se genera en un vertedero en combustión o apuntarse a ese tan recurrido lavado de manos del “yo ya lo dije”, es demagogia de la peor. Lo que ha pasado en ese vertedero pasa en muchos vertederos de toda España. De hecho, la UE ha condenado a España por no clausurar más de una sesentena de estas instalaciones ya declaradas vertederos ilegales.

El numero de vertederos deficientemente gestionados en España y/o apurados más allá de sus licencias, capacidad y permisos, la carencia de este tipo de instalaciones especializadas en base a la peligrosidad de lo que reciben, la falta de plantas de pretratamiento de residuos y de valorización energética convierten a España en un país muy atrasado en materia de gestión de residuos y eso es algo sabido, público y sancionado por Europa. No nos estamos enterando ahora, viene de años, como mínimo desde 2008, año de publicación de la Directiva Marco de Residuos de la UE y que en España aun no tiene plena aplicación.

Hablar de emergencia ambiental e incluso como por ahí se ha escrito, de catástrofe que causará graves males a la fauna y a la flora de la zona durante años. Explicar la afectación de las emisiones producidas por la combustión de los residuos del vertedero de residuos de Zaldibar, algo que ya es difícil incluso entre eruditos cuando no se realizan estudios de profundidad y alcance, centrar el perjuicio en las temibles dioxinas y furanos olvidando los otros muchos tipos de contaminantes que, arda o no un vertedero, liberan a la atmósfera debido al difícil control sobre las emisiones de este tipo de instalaciones, en definitiva hablar de algo tan complejo como es la contaminación ambiental es un ejercicio perjudicial y que leído lo leído, y por supuesto disculpando siempre la necesidad que el periodista tiene para resumir lo expuesto en una declaración que quien la realiza no la hace jurada, ni pericial (ante un tribunal), es algo cargado  de inexactitud que provoca por lo general un alto grado de alarmismo injustificado en la mayoría de ocasiones.

La falta de rigor científico, el bajo nivel de cualificación técnica de los activistas, la politización de los proyectos ambientales y la facilidad que sociológicamente conlleva atemorizar con lo que se desconoce para urdir una mentira, ha llevado a frenar la construcción de infraestructuras de gestión de residuos en España, ocasionando al mismo tiempo un empobrecimiento del modelo de gestión, el cual tal y como hemos anticipado esta basado en el vertido indiscriminado en vertederos. Nuevamente lanzar datos inexactos cargados de una falta absoluta de rigor nos lleva al temor y a la negatividad del necio (adj. Ignorante y que no sabe lo que podía o debía saber).

Todo o casi todo lo demás escrito hasta la fecha sobre el Vertedero de Zaldibar es, oportunista, demagógico, inexacto, e incluso…… en fin, de mentiroso, hoy no vamos a poner a nadie.

Solo nos cabe creer que más allá de una pose o un cambio de nombre por puro marketing, el recién renombrado Ministerio para la Transición Ecológica y el reto Demográfico agarrará por donde debe el problema de la gestión de residuos en España, ordenando a las comunidades el desarrollo del PEMAR, revisando los tipos de infraestructuras necesarias de manera valiente y realista, y dotándolas de las partidas presupuestarias y de las directrices fiscales necesarias para el desarrollo de estas políticas.

Toni Orrego

 

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