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¿Será éste el nacimiento de una nueva consciencia colectiva?

Se suele decir que las crisis sacan a la luz lo peor y mejor de la naturaleza humana y la crisis del Coronavirus no iba a ser la excepción. Entre el ruido incesante de grandes cantidades de información, algunas útiles para contribuir a frenar el virus y para sobrellevar mejor el confinamiento y otras excesivamente alarmistas, que sólo ayudan a aumentar la histeria colectiva, también se suceden los gestos amables que nos reconcilian con nuestra condición humana.

Ningún gesto es pequeño y todos son necesarios

De la misma manera que el miedo y la negatividad son contagiosos, la generosidad de las personas también se contagia. En esta línea, estamos viendo muchísimos gestos de personas, algunas conocidas y muchísimas anónimas, cada uno desde sus posibilidades, dando una lección de cómo actuar y de cómo la humanidad, la solidaridad e, incluso, la creatividad, se agudizan cuando se necesitan actuaciones excepcionales en momentos tan excepcionales como los que estamos viviendo.

Precisamente, desde el punto de vista de la creatividad, es sorprendente como, de repente, ideamos mil posibilidades para hacer cosas con lo que tenemos a mano. Estoy segura de que, dentro de un tiempo, los regalos que han recibido los padres este pasado 19 de marzo, seguramente mucho más sencillos y rudimentarios que los de años atrás, los recordarán como los más especiales.

Es muy curioso ver como este virus nos ha distanciado físicamente y, en cambio, nos ha “conectado” socialmente más que nunca. ¿Estaremos viviendo, tal vez, una oportunidad única en la historia para evolucionar como personas y cómo humanidad? ¿Será el nacimiento se una nueva consciencia colectiva?

Esto también pasará, pero me niego a pensar que el aprendizaje que nos está aportando esta situación vaya a diluirse cuando acabe

Me cuesta creer que volvamos, sin más, al punto en el que estábamos antes, viviendo la vida “como pollos sin cabeza”, agotando recursos, necesitando cada vez más cosas (más experiencias, más información, más dinero, más ruido, más escapar de mí y de mi realidad, más yo que el de al lado…), convirtiendo nuestras casas en almacenes de cosas innecesarias y nuestras vidas en una carrera agotadora para llegar… ¿a dónde?…

No pretendo entrar en tópicos de espiritualidad vacía. Soy consciente del sufrimiento de muchas familias que están perdiendo seres queridos sin poder ni despedirse de ellos y también soy consciente de que, aparentemente, el ritmo de la vida parecerá volver a lo de antes y la preocupación por recuperarnos del golpe económico lo va a eclipsar todo, pero espero, de corazón, que cuando esto acabe, cada día al levantarnos seamos capaces de mirarnos la “cicatriz invisible” que esta experiencia nos habrá dejado en nuestro interior y que salgamos de casa “reseteados”, renovados y con una nueva consciencia de lo que realmente es importante, porque así lo hayamos podido evidenciar cada uno de nosotros en este tiempo de introspección obligada.

Que esta nueva consciencia nos permita ser más humanos y vivir sabiendo que no necesitamos tantas cosas ni ir a un ritmo tan loco, en cambio, sí nos necesitamos los unos a los otros. Que somos seres vulnerables y la vulnerabilidad nos iguala y nos une. Que no es necesario estar siempre viviendo hacia el exterior. Que nuestras casas pueden volver a ser un verdadero hogar, un refugio para nuestros sentidos, para vivir, para compartir momentos con los nuestros y no un museo, un almacén de cosas o un lugar de paso. Que es importante dedicarnos momentos a nosotros mismos, así como al silencio y a “la nada”. Que no es necesario agotar los recursos para vivir. Que la naturaleza también necesita vacaciones (especialmente de nosotros). Que la tecnología puede ser muy humana, posibilitando el acercamiento y el acompañamiento de personas y organizaciones, aun cuando no lo podemos hacer físicamente.

“Quien mira hacia fuera, sueña. Quien mira hacia adentro, despierta.” (Carl G. Jung)

Pienso que a nivel colectivo/ planetario se nos ha lanzado un mensaje y ahora cada uno debe decidir si lo acepta y actúa en consecuencia desde su parcela, con humildad, aportando su granito de arena. Como decía más arriba, ningún gesto es pequeño y todos son necesarios.

Desde Fama Systems, seguiremos haciendo lo que mejor sabemos: acompañar a las organizaciones, a través de la tecnología, para mejorar su día a día y el de las personas que las conforman. Y lo mejor que se nos ocurre en este momento es mantenernos a tu disposición y trasladarte un mensaje de positividad, de ánimo y de fuerza.

Cuidémonos para salir renovados de esta experiencia. Al fin y al cabo, qué es la vida, si no, un aprendizaje continuo.

¡Gracias por estar ahí!

Publicado por

NATALIA ROIG SÁNCHEZ ツ

NATALIA ROIG SÁNCHEZ ツ

Gerente de Comunicación & Marketing en Fama Systems, S.A.

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