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Las teorías de la Economía Circular.

Siempre se habla de la economía circular como un concepto holístico, como un todo, como si fuera una única realidad, un concepto atrápalotodo que sirve como explicación y solución a todos los retos económicos y medioambientales que se presentan de cara al futuro. Y, lo cierto, es que, si bien este fenómeno tiene esencia y características propias, la economía circular es, realmente, un conjunto de diferentes teorías y de principios que, al combinarlos y analizarlos en conjunto, dan como resultado lo que conocemos como este nuevo paradigma. Sin todas estas teorías, no se podría entender la economía circular, pues esta no tendría razón de ser.

De este modo, la economía circular es un fenómeno que bebe, en líneas generales, de siete teorías, que fueron surgiendo a finales del pasado siglo XX, de la mano de diferentes profesionales de diversas áreas de conocimiento que, desde la perspectiva de su propio campo profesional concreto, intentaron buscar soluciones a muchos de los problemas mundiales que consideraban más preocupantes y amenazantes para la sociedad. Así, gracias a sus investigaciones, sus estudios y sus propuestas, fueron sentando las bases para lo que luego pasaría a denominarse “economía circular”.

En relación a lo anterior, por tanto, podríamos decir que la economía circular es un concepto muy amplio al que se puede llegar de muchas maneras diferentes, operando, en la práctica, como una nueva filosofía que pretende cambiar la concepción de toda nuestra realidad y que permite abordar los nuevos retos a los que debemos enfrentarnos como sociedad global desde soluciones muy diversas y desde todos los ámbitos imaginables. Todos estos ámbitos, al final, se materializan a través de la economía, que es, en suma, el instrumento del que nos valemos los seres humanos para gestionar nuestros recursos y para entablar relaciones que nos permitan producir, distribuir y consumir los bienes y servicios que han de satisfacer nuestras necesidades y, de los que, por ende, depende nuestra subsistencia.

Por ello, todas estas teorías, nos ayudan a entender cómo la economía circular es la materialización de los diferentes mecanismos de los que disponen las distintas ciencias y disciplinas para responder a los desafíos globales a los que debemos enfrentarnos, a través de la gestión de nuestro sistema de producción, distribución y consumo. La economía circular es la que pone las reglas para poder convertir nuestro modelo económico en un modelo más eficiente y adaptado a nuestra realidad, las diferentes teorías son las que aportan los instrumentos que deben aplicarse para poder hacer cumplir esas reglas.  Estas siete teorías se enmarcan dentro de lo que comúnmente se ha pasado a denominar “escuelas de pensamiento de la economía circular” y, a continuación, se van a desarrollar de la manera más resumida posible.

1. La Performance Economy o Economía del Rendimiento.

Su ideólogo es el arquitecto y economista suizo Walter R. Stahel (Zúrich, 5 de junio de 1956), quien acuñó también, en los años 70, el concepto de Cradle to Cradle, uno de los paradigmas más importantes de la economía circular.

La Economía del Rendimiento fue descrita por Stahel como “una economía en la que predominan los procesos en bucle (la que conocemos hoy en día como economía circular), evaluando su impacto en la creación de empleo, en la competitividad económica, en el uso ecointeligente de los recursos y en
la prevención de residuos”, y persigue, fundamentalmente, tres objetivos:

La extensión de la vida del producto (los bienes de larga duración).
Las actividades de reacondicionamiento.
La prevención de residuos.
Estos tres principios descansan sobre cinco pilares que Stahel considera la base de una sociedad sostenible:

Primer pilar. ‘Conservación de la naturaleza”.Reconoce la necesidad de conservar la naturaleza y el medio ambiente como base de la vida en el planeta.
Segundo pilar. ‘Toxicidad limitada’. Reconoce la necesidad de conservar la salud y seguridad individual de las personas y animales, que está comprometida por las actividades económicas humanas.
Tercer pilar. ‘Producción de recursos’. Está basado en la necesidad de los países industrializados de desmaterializar su estilo de vida, para permitir el desarrollo material de países menos desarrollados industrialmente adoptando estrategias de negocio que conduzcan a una productividad mayor de recursos en periodos de tiempo más extensos.
Cuarto pilar. ‘Ecología social’. Comprende el tejido de estructuras societarias, incluyendo paz y derechos humanos, dignidad y democracia, empleo e integración social, seguridad y protección, la integración constructiva de actitudes femeninas y masculinas”.
Quinto pilar. ‘Ecología cultural’. Comprende la educación y el conocimiento, ética y cultura, actitudes hacia la toma de riesgos, valores de `patrimonio nacional ́ y otros valores, en un nivel individual, corporativo y de Estado.
Para la economía del rendimiento, por tanto, “la riqueza de la sociedad es medida en existencias –igual calidad y cantidad de existencias– y la riqueza puede ser aumentada mediante la gestión inteligente/explotación de las existencias”.

2. Regenerative Design o Diseño regenerativo:

En 1994, John T. Lyle, profesor estadounidense de Arquitectura del Paisaje (Paisajismo) de la California State Polytechnic University, postuló que “cualquier sistema,  partiendo de la agricultura, se puede organizar de forma regenerativa, emulando el funcionamiento de los ecosistemas, donde los productos se crearon e interaccionan sin producir residuos”. Su propuesta radicaba, en suma, en crear un sistema cíclico que fuese capaz de crear sistemas humanos que no tuviesen que ser desechados, y que, así, pudiesen ser reutilizados.

Por tanto, el diseño regenerativo hace énfasis en el desarrollo de proyectos económica, medioambiental y socialmente sostenibles que sean capaces de restaurar, renovar revitalizar o regenerar los distintos sistemas a través de la integración de procesos naturales, acciones comunes y de la actividad humana. Se considera que el desarrollo de sistemas regenerativos es el método más prometedor para asegurar un futuro sostenible, no solamente para conservar los críticos recursos naturales, sino incluso para potenciarlos y alargar su uso a lo largo del tiempo.

Las ideas de Lyle, a tenor de su profesión, iban encaminadas a la creación de “ecosistemas urbanos”. Es sabido que las ciudades y los núcleos de urbanización son dos elementos que han ido y seguirán creciendo a lo largo de los años, con todos aquellos problemas medioambientales que plantean (principalmente el abastecimiento, el aumento de residuos y la contaminación), por ello, Lyle afirmó que “las ciudades son ecosistemas: son sistemas abiertos y dinámicos que consumen, transforman y liberan materiales y energía; se desarrollan y se adaptan; están determinados por los seres humanos e interactúan con otros ecosistemas. Por todo ello las ciudades deben ser analizadas y gestionadas como cualquier otro tipo de ecosistema”.

La inspiración de Lyle surgió de la agricultura, y dada su profesión, defendió su aplicación en las ciudades, pero el diseño regenerativo es un fenómeno que puede extenderse a cualquier otro sistema.

3. Cradle to Cradle: De la cuna a la cuna.

Esta teoría se la debemos al arquitecto estadounidense Bill McDonough y al químico alemán Michael Braungart, quienes a finales de los años 90 formularon, inspirados en las teorías de Walter Stahel, una serie de principios que dejaron posteriormente reflejados en su libro (que fue diseñado conforme a sus propias teorías) Cradle to Cradle: Remaking the Way We Make Things, publicado en el año 2002.

La filosofía cradle to cradle parte de la base de la necesidad de cambiar nuestro sistema de producción a través del diseño. Es decir, busca que el propio producto esté pensado, desde su mismo origen, para que todos sus componentes puedan volver a ser reutilizados en sucesivos procesos de producción, por lo que, a la hora de diseñarlo, se conciban todos los materiales de tal forma que sean útiles y utilizables en procesos posteriores. Para lograr esto, los autores recogen una serie de consideraciones:
Ciclo biológico vs. Ciclo tecnológico: Diferencian entre el metabolismo biológico (los componentes orgánicos, que son devueltos a la naturaleza ) y metabolismo tecnológico (los componentes tecnológicos, que no pueden reintroducirse en la naturaleza). Al igual que en la naturaleza existe un ciclo biológico, donde todos los elementos se nutren entre sí, debería existir un ciclo tecnológico donde todos los componentes de la industria pudiesen nutrirse y reutilizarse en sucesivos procesos. Por ello, se necesitan diseñar productos de manera que los componentes orgánicos puedan ser devueltos a la naturaleza (por lo que no pueden contaminarse), y en los que los componentes técnicos puedan emular ese ciclo en el sistema industrial.
Ecoefectividad vs. Ecoeficiencia: Un producto ecoeficiente es aquél que consigue minimizar, de la mayor manera posible, el impacto que genera en el medio ambiente. Un producto ecoeficaz, por otro lado, es aquél que consigue resolver el problema del impacto que genera sobre el medio ambiente. No hay que diseñar los productos buscando reducir el impacto que generan, sino eliminándolo.
Infraciclaje vs. Supraciclaje: El reciclaje tradicional (infraciclaje), consiste en la descomposición de los componentes de un producto, para la utilización de estos en otro producto que, generalmente, es de menor calidad. Los nuevos métodos de reciclaje, deben buscar el reúso creativo de productos en otros de mayor calidad o de mayor valor ambiental (supraciclaje).
Basura = Alimento: El ser humano es el único ser vivo que genera desechos, el resto de seres vivos utilizan los desechos de otros seres vivos como materia prima, La idea de basura=alimento se traduce en la necesidad de eliminar los residuos, así como en convertir los propios residuos existentes en materias primas para fabricar y producir nuevos componentes y/productos.
Diseñar respetando la diversidad: El Planeta está compuesto por diferentes ecosistemas en los que existen diferentes especies, componentes y elementos biológicos diferenciados. Igualmente, la diversidad cultural, racial, religiosa, etc. son una realidad. Los productos deben diseñarse de manera que contribuyan a preservar esa diversidad, no se pueden plantear soluciones genéricas, porque la realidad es diversa.

4. Industrial Ecology. Ecología industrial:

Esta teoría se la debemos a los investigadores estadounidenses Robert A. Frosch y Nicholas Gallopoulos, quienes establecieron el punto de partida de la conocida como ecología indus-trial, tras la publicación del artículo Strategies for Manufacturing, en la prestigiosa revista Scientific American.

La ecología industrial defiende que un sistema industrial debería funcionar como un ecosistema natural, de forma que los desechos de una industria sean los recursos de otra, reduciendo el uso de materias primas, disminuyendo la contaminación y el tratamiento de las emisiones.

El estudio de la ecología industrial debe considerar tres aspectos que se deben tener en cuenta todos a la vez:

En primer lugar, se debe analizar la forma en que cada material o un conjunto de materiales fluyen por el ecosistema.

En segundo lugar, se debe encontrar la forma de modificar el flujo de dicho material o materiales por el sistema, de manera que se optimice la relación ambiente-industria.

En tercer lugar, se debe coordinar el tipo de industrias que están presentes en un parque industrial, es decir, que se complementen de manera que se mejore el aprovechamiento de los recursos entre las empresas.

5. Biomimicry o Biomímesis:

La biomímesis plantea que el ser humano aprenda de la propia naturaleza para desarrollarse, por lo que ha intentar usar sus recursos de manera similar al resto de las especies, por ello, comúnmente se dice que la biomímesis es la innovación inspirada en la naturaleza. Ha sido desarrollada por la bióloga estadounidense Janine M. Benyus.

La biomímesis es un “enfoque a la innovación que busca soluciones sostenibles a los desafíos humanos emulando modelos y estrategias existentes en la naturaleza”. Benyus, a través de la biomímesis, anima a los investigadores, científicos, emprendedores, etc. a “preguntar a la naturaleza” cómo podemos diseñar los productos y procesos que necesitamos para nuestra vida.

“Cuando observamos aquello que es verdaderamente sostenible, el único modelo real que ha funcionado durante largos períodos de tiempo es el mundo natural”; “¿Qué tal si cada vez que queramos inventar algo nos preguntemos en primer lugar cómo resolvería ese problema la naturaleza?”

Para poder aplicar soluciones biomiméticas, solo es necesario utilizar a la naturaleza en un triple sentido: como modelo, a la que imitar y en la que hay que inspirarse; como medida del estándar ecológico para la sostenibilidad de nuestras creaciones, pues de ella obtenemos todo y en ella están los límites de nuestro desarrollo (sin naturaleza no hay desarrollo humano posible); y como mentora fundamental, a la que hay que observar y de la que hay que aprender, en lugar de contemplarla como lo que ahora es: una mera proveedora que es explotada una y otra vez sin control.

6. Blue Economy. Economía Azul:

Su ideólogo es el economista belga Gunter Pauli (Amberes, marzo 1956), y esta teoría fue introducida por primera vez en 1994.

Se trata de un concepto holístico e innovador en el planteamiento empresarial: solo tenemos que emular los ecosistemas naturales para ser eficientes en la producción de bienes y servicios que los ciudadanos necesitan para ser felices, con responsabilidad compartida y respeto para las generaciones futuras. Comparte, como vemos, muchísimas similitudes con la biomímesis y las teorías de cradle to cradle.

La economía azul está basada en veintiún principios fundacionales (https://www.theblueeconomy.org/principles.html), entre los que encontramos, por ejemplo, que “la economía azul responde a las necesidades básicas de todos con aquello de lo que disponemos, introduciendo innovaciones inspiradas en la naturaleza, generando múltiples beneficios, incluyendo trabajos y capital social, ofreciendo más con menos”; que “la naturaleza evolucionó de unas pocas especies a una rica diversidad. Riqueza significa biodiversidad. La estandarización industrial significa lo contrario”; o que “la gravedad es la principal fuente de energía, la energía solar es el segundo combustible renovable”; y, por último, que “en la naturaleza el cambio es algo constante, las innovaciones tienen lugar en cada momento”. Estos son, en mi opinión, los principios más interesantes (sin desmerecer el resto), pues explican, de manera resumida, en qué consiste la economía azul.

7. Natural Capitalism. Capitalismo Natural:

Por último, la séptima teoría inspiradora de la economía circular, el capitalismo natural, nació en 1999 de la mano de los ambientalistas Amory Lovins y Paul Hawken, tras la publicación de su libro Natural Capitalism: Creating the Next Industrial Revolution, que fue publicado en más de 50 países y traducido a unas 28 lenguas.

El capitalismo natural propone cuatro principios para lograr un nuevo desarrollo minimizando el daño a los ecosistemas:

Principio 1: Aumentar drásticamente la productividad natural de los recursos.
Principio 2: Cambiar hacia modelos de producción biológicamente inspirados.
Principio 3: Avanzar hacia un modelo de negocio basado en soluciones.
Principio 4: Reinvertir en capital natural.

Ignacio Belda Hériz Linkedin Twitter

 

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