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Entrevista a Nick Jeffries

“EL SECRETO ESTÁ EN LAS CIUDADES”

Ingeniero civil, componente de la Fundación Ellen Macarthur, con experiencia en numerosas tareas de desarrollo humanitario e internacional, ha liderado grandes equipos multidisciplinares en varios continentes para planificar, gestionar, diseñar e implementar una serie de proyectos vinculados con nuevos desarrollos urbanos, sistemas de agua potable y residual, utilidad de redes, acuicultura, parques urbanos y características hídricas. Recientemente, ha expuesto en Barcelona el proyecto “Ciudades y economía circular de los alimentos”.

¿Debe hacer un giro el sistema alimentario mundial?

Sí. Debe hacer un giro hacia la economía circular. Más del 50% de los problemas que registra ese sector para cambiar hacia la circularidad tiene que ver con características de la economía lineal. Nuestro sistema alimentario actual funciona con un modelo lineal desfavorable, con muchas oportunidades perdidas y sus consecuentes impactos sociales y ambientales negativos que van al alza.

¿Hay un consenso universal sobre que el sistema no funciona y debe cambiar?

El modelo de producción industrial que usamos para producir y distribuir gran parte de nuestros alimentos no usa los recursos de manera eficaz y tiene varios problemas asociados graves. Se pierde un tercio y medio de alimentos y la forma en la que los producimos causa una gran degradación natural. Esta situación se verá agravada por el crecimiento de la población y la demografía cambiante en los próximos 30 años.

¿Los expertos están de acuerdo en lo que es mejor?

No lo están. Tanto si se trata de carne o vegetales, tradicionales o orgánicos, locales o globales, industriales o pequeños productores, incluso los expertos no están de acuerdo con lo que es “mejor” en general.  Las respuestas dependen del contexto. No es extraño que el sistema alimentario mundial se haya calificado como “la madre” de todos los sistemas complejos.

Hay grandes diferencias entre las dos formas de producir alimentos…

Sí, claro. De un lado está la cadena industrial y el sistema de pequeños agricultores. La distinción nos permite definir el problema: el sistema industrial produce el 30% de los alimentos pero utiliza el 70% de los recursos y además degrada el medio ambiente. Los pequeños agricultores producen el 70% de los alimentos y sólo utilizan el 30% de los recursos, con un impacto ambiental muy inferior.

La industria alimentaria no contribuye a mejorar…

La industria alimentaria ha sido denominada como la industria más grande del mundo, con más de mil millones de personas trabajando a diario para crecer, procesar, transportar, comercializar, cocinar, empaquetar, vender o entregar alimentos. Los recursos necesarios para sostenerlo son inmensos: el 50% de las tierras habitables del planeta y el 70% de la demanda de agua dulce están al servicio de la agricultura.

¿Y en cuanto a las emisones de carbono?

El sistema alimentario global es altamente complejo e interconectado. Los residuos mundiales de alimentos generan las emisiones de carbono más altas que todos, salvo los dos países más grandes. También impacta en nuestros sistemas sanitarios: el uso incontrolado de antibióticos para el engorde de los animales reduce la eficacia de los medicamentos necesarios para combatir las enfermedades infecciosas humanas.

¿Qué problemas caracterizan nuestro sistema alimentario?

El sistema alimentario industrial contribuye a la degradación del medio ambiente: cada año se reducen 7,5 millones de hectáreas de bosques y se pierden 75 millons de toneladas de tierra. Por otro lado, el sistema es desfavorable. 500 millones de personas podrían alimentarse de los alimentos cultivados que se descartan en origen. Además, el sistema no es resistente y no produce resultados saludables. El indicador más estricto es que casi mil millones de personas pasan hambre o están desnutridas. Paralelamente, 2.100 millones de personas son obesas o tienen sobrepeso.

El sistema ha llegado al límite…

Éstas son las características de un modelo económico lineal que ha llegado a su límite y que necesita urgentemente una nueva dirección, sobretodo a medida que aumenta la presión sobre el sistema según crecen las poblaciones, los cambios en los patrones dietéticos y los impactos imprevisibles del cambio climático afectan en la forma en que podemos utilizar nuestra tierra. 

¿A qué se deben los problemas de desequilibrios en el ámbito de la alimentación?

Muchos de los problemas del sistema alimentario global se deben a su linealidad. La comida está en el centro del desarrollo humano. Recordemos que la principal forma de celebrar fiestas con los amigos es alrededor de la mesa, comiendo. Así, la comida conecta la biosfera con la sociedad y la economía.

¿El secreto de la economía circular en cuanto a los alimentos está en la dinámica de las ciudades?

Sí, por razones obvias. Las ciudades consumen la mayor parte de los materiales, no sólo comida, y produce la mayor parte de las emisiones de carbono. También, las ciudades contienen muchas habilidades del conocimiento en el capital humano para innovar y encontrar las soluciones. Es fácil, pues, que de las ciudades, que son las que más alimento tiran, vengan las soluciones de mano del capital humano.

¿Hay una fórmula mágica para hacer que la alimentación sea sostenible?

No. No hay una fórmula mágica. Creo que hay que transformar el sistema global y potenciar un cambio conductual en la generación de efectos invernadero. Puesto que, por cuanto se refiere a alimentación,  las ciudades son las causantes de que se precise tanta comida para tanta gente, incluyendo la que se desecha, ellas tienen la solución con medidas de circularidad.

La mayoría de deshechos de las ciudades no procedentes de las viviendas vienen de los mercados y después de la restauración. ¿Cómo valora usted la actuación en mercados?

No estoy tan al corriente de la gestión de residuos de Barcelona ciudad como sí de la capacidad de esta ciudad de estar en el top de ciudades con las condiciones adecuadas para disponer de un grado de sostenibilidad esperanzador. Con ello quiero decir que es asombrosa la red de mercados de la que dispone Barcelona y que ello contribuye a la sostenibilidad del producto alimenticio.

Son sobre 43 mercados en total, de los cuales 39 son de alimentación…

Es muy positiva esta implantación de tantos mercados en Barcelona puesto que el mercado está más cerca de la circularidad alimenticia que los supermercados. Tanto desde el propio empaquetado del producto hasta la procedencia del mismo puesto que en el mercado se puede encontrar más producto de quilómetro cero, lo cual rebaja los costes medioambientales de transporte del producto. Asimismo, el mercado dispone de muchos agentes sociales que intervienen para la regularización del precio del producto. No hablamos, por el contrario, como sucede en otros países, de la alimentación en manos de un monopolio. Muy al contrario, la diversidad de precios en la oferta alimenticia contribuye a la sostenibilidad del comercio alimenticio y, por tanto, en la cadena del mundo de la alimentación.

¿Tanto se tira?

Piense que más del 50% de los alimentos producidos se tiran. Tanto desde la producción del alimento en la agricultura, que deja de lado piezas que no parezcan apetecibles visualmente para llevarlas a la venta, luego en los puntos de venta (caducidades, envases estropeados…) y luego en las casas, por la falta de conservación.

¿Qué opina sobre la iniciativa de Restaurantes Sostenibles en Barcelona?

Es una organización muy joven. El de hoy es el primer evento y es muy buen síntoma de que asistan no sólo personas de restaurantes y otras empresas de Barcelona, también gente de otros países. Hay una asociación similar en Reino Unido, donde los asociados trabajan, desde hace años, codo a codo. Agrupa a 8.000 establecimientos de restauración, llevan más tiempo y por tanto están más estructuradas. En mayo comenzaron a trabajar en la Fundación Ellen Mac Arthur para el procesado de plásticos. Incorporar colectivos en los equipos de trabajo para la sostenibilidad es una gran idea porque comporta la implicación de la sociedad, en este caso de restauradores, proveedores y todos aquellos agentes de la cadena alimenticia que pueden contribuir a la circularización.

¿Qué rasgos de Barcelona la emplazan en coordenadas de sostenibilidad?

Hay muchas iniciativas en Barcelona que la enmarcan en el top-ten de la sostenibilidad de ciudades. Está en clave smart city. Ello significa que los rendimientos urbanos actualmente no sólo dependen de la dotación de infraestructuras físicas de las ciudades, lo que se viene a llamar su capital físico, si no también, y cada vez más, de su disponibilidad y calidad de la comunicación del conocimiento y de su infraestructura social. Es decir, lo que se viene a llamar el capital intelectual y social. Y esta última forma es decisiva para la competitividad urbana. Ello permite el constante crecimiento de medidas para el medio ambiente, la sostenibilidad y la circularización. La importancia del capital social y del medioambiental permite diferenciar una ciudad digital de una convencional.

¿Qué otras características de la ciudad la insertan en clave sostenible?

El programa de las supermanzanas (superilles), que viene a ser una unidad urbana más grande que una manzana de casas pero más pequeña que un barrio, con calles pacificadas. Representa una oportunidad para repensar y regenerar Barcelona, poniendo en práctica iniciativas muy sostenibles que sería recomendable se extendieran a toda la ciudad.

Neus Agulló.-

 

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