Hay proyectos que más allá de su repercusión económica o productiva, tienen un alto impacto psicológico sobre la sociedad, pues aprovechando la componente emocional son capaces de acoger bajo su paraguas al resto de productos análogos. Un fenómeno, bien denominado en el ámbito de la ecología como “especies paraguas”, que permite focalizar grandes campañas de sensibilización en elementos más específicos, con un mayor respaldo de la sociedad del que tendría la propuesta en su conjunto. Este recurso, que representa el lince ibérico para la conservación de Doñana o el oso polar para la lucha contra el cambio climático, está siendo infrautilizado en el campo de la producción circular, pues a la ciudadanía le está costando encontrar ese producto upcycling con el que establecer una conexión emotiva capaz de facilitar la asimilación de los principios de la economía circular.

Quizás un buen ejemplo del concepto de especies paraguas, aplicado al ámbito circular, lo encontremos en las prótesis caninas circulares, pues en pocos productos el concepto de “segunda vida”, adquiere tanto valor simbólico.  Un proyecto piloto, aún en fase de prueba, desarrollado por los hermanos Daniel e Iván Lobato, que no solo supone una segunda oportunidad para mascotas amputadas, sino que se erige en uno de los mejores expositores de los principios de la economía circular, pues entre otros aspectos refleja:

• Calidad: recurrir a residuos como materia prima, no es una mera cuestión ética, sino de calidad. Así por ejemplo, frente a los calcetines de acomodo de las prótesis convencionales, los modelos circulares, al usar restos de plantillas deportivas, han sustituido el tradicional algodón por materiales de última generación, específicamente diseñados para mejorar la transpiración, absorber el impacto, memorizar las formas…lo que mejora considerablemente las prestaciones del producto.
• Coste: ante la creencia popular de que los productos ecológicos o sostenibles son mucho más caros, oponemos el ejemplo de las prótesis caninas, que frente a los 700-1000 € de coste de los modelos convencionales, los modelos circulares apenas alcanzan los 100 €.
• Producción local: la facilidad de acceso a las materias primas para su fabricación, permite, que cualquier entidad protectora de animales, que por supuesto, cuente con supervisión veterinaria, pueda descargar los planos y modelar el cajetín aplicando calor a un envase de plástico acomodado sobre un molde de escayola del muñón. Un factor, que unido a la reducción de costes, permite democratizar el uso de prótesis caninas.
• Ciclo de vida: no solo del producto, sino de la vida del propio animal. Los diseños de pies intercambiables, aprovechando la rosca de los envases, permite adaptar la prótesis a todo tipo de escenarios y momentos. De hecho, este es precisamente el factor que da origen al proyecto, pues a raíz de un caso personal, y tras adquirir una costosa prótesis canina de modelo tubular, esta tendía a clavarse en terrenos arenosos, pues en su diseño se habían ignorado partes del ciclo de vida de cualquier mascota, como por ejemplo, los paseos por la playa en periodos vacacionales.
• Diseño industrial: a pesar de operar bajo patrones open source, se trata de un producto altamente técnico, a desarrollar solo por personal veterinario, pues no podemos ignorar que como elemento ortopédico tiene unas implicaciones sobre la salud y condiciones de vida de nuestra mascota, que no cualquier ciudadano está capacitado para interpretar. Un factor que evidencia, que la creación upcycling va mucho más allá de la decoración, manualidades o moda vintage, pues se puede aplicar a todo tipo de áreas técnicas.

Este tipo de proyectos, constituyen una alternativa real y de bajo coste para centros con supervisión veterinaria, como pueden ser refugios o centros de conservación de fauna urbana,  permitiendo a su vez visibilizar la aplicación práctica de la economía circular, ya que no solo cumple con la función designada, en algunos aspectos incluso con mejores prestaciones que las convencionales, sino que tiene un efecto llamada sobre la población, pues desde su labor de “productos paraguas”, establecen una conexión emocional con el público, abriendo un canal informativo para transmitir los principios y beneficios de la economía circular, despejando así el mercado para productos circulares menos simbólicos.