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Secuelas de la pandemia + guerra de Ucrania = ecuación imposible para afrontar el cambio climático y alcanzar la sostenibilidad

“Una catástrofe encima de otra catástrofe[1]

Ahora que empezábamos a ver la luz al fondo del túnel, en lo que respecta a la pandemia, pasados dos duros años de crisis sanitaria y económica, estalla la guerra en Ucrania, acelerando la escalada de destrucción del planeta y del ser humano, acercándonos más al borde de la catástrofe medioambiental, social y económica a una escala planetaria.

Durante el largo periodo pandémico, a pesar de la caída de las emisiones derivada del confinamiento de 2020, asistimos a un crecimiento exponencial de los residuos plásticos mayoritariamente no reciclables, como es el caso de las mascarillas, de los equipos de protección personal (EPP) para la Covid-19, tests de antígenos, descartables de las campañas de vacunación y residuos hospitalarios peligrosos.

Las prioridades mundiales, antes centradas en la acción climática y pacto mundial para el cumplimiento de los 17 objetivos de desarrollo sostenible, se han volcado en la lucha contra el coronavirus, concentrando en ese reto prácticamente todos los esfuerzos y recursos científicos y económicos. Dar respuesta a la pandemia generó un estancamiento de los avances políticos y del sector privado en materia de acción climática. Solo ahora se ha remontado ese estancamiento por vía de la reglamentación, de los planes de acción y de los fondos de financiación next generation, para la recuperación y resiliencia.

Sin embargo, los acontecimientos de las últimas semanas en Ucrania, están provocando un “terremoto y tsunami” humanitario, económico y climático centrado en Europa, pero con una dimensión global. Sus efectos sobre el planeta están siendo devastadores, dejando en segundo plano la pandemia (que sigue afectando sobre todo los países con menos recursos), las guerras y migraciones provenientes de otros continentes y el reto climático.

Toneladas de desechos consecuencia de la pandemia, se suman a la cantidad de desechos derivados de la actividad “normal” humana

Según un informe publicado recientemente por la Organización Mundial de la Salud (OMS): “Las decenas de miles de toneladas de desechos médicos adicionales derivados de la respuesta a la pandemia de COVID-19 han ejercido una enorme presión sobre los sistemas de gestión de desechos de la atención de salud a nivel mundial, poniendo en peligro la salud humana y ambiental y haciendo patente la necesidad apremiante de mejorar las prácticas de gestión de desechos”. Esta estimación está basada en las aproximadamente 87 000 toneladas de equipos de protección personal (EPP) que fueron a enviados, entre marzo de 2020 y noviembre de 2021, a través de una iniciativa conjunta de las Naciones Unidas para situaciones de emergencia. También se han enviado más de 140 millones de kits de pruebas, que podrían generar 2600 toneladas de desechos no infecciosos (principalmente plástico) y se han administrado más de 8000 millones de dosis de vacunas a nivel mundial, lo que ha generado 144 000 toneladas de desechos adicionales en forma de jeringas, agujas y contenedores de seguridad.

Asimismo, los desechos generados por la población, como es el caso de las mascarillas quirúrgicas desechables (elemento indispensable en la lucha contra el virus, y que además cuentan con una vida útil muy corta), constituyen actualmente un serio problema medioambiental. Según las últimas estimaciones, se desechan a la escala mundial, unos 129.000 millones de mascarillas quirúrgicas no reciclables al mes y las que acaban tiradas en la naturaleza, pueden tardar más de 100 años en descomponerse, generando microplásticos. Sin embargo, el impacto más crítico no está tanto en las ciudades, donde tarde o temprano la mayor parte de esos residuos serán recogidos, sino en otros espacios más vulnerables, como los océanos, donde se acaba concentrando toda la contaminación.

En el caso de los test de antígenos, una vez utilizados, pueden estar contaminados por COVID-19, por lo que no pueden depositarse en los Puntos SIGRE de las farmacias, acabando en la bolsa de basura orgánica, siendo su destino final los vertederos o incineradoras.

Fig.1 Residuos de la pandemia, 2021
Fuente: La pandemia genera 8,4 millones de toneladas de plásticos de un solo uso, Europa Directo, 8/2/2022.

Un equipo internacional de científicos, de las universidades de Nanjing (China) y California San Diego (EE.UU.) ha cuantificado mediante un modelo de medición de plásticos oceánicos denominado MITgcm, el impacto de la pandemia en los vertidos de este material. Según sus resultados, se han generado alrededor de 8,4 millones de toneladas de residuos plásticos asociados a la pandemia en 193 países hasta el 23 de agosto de 2021. Además, los autores estimaron que alrededor de 25.900 toneladas de residuos se vertieron en los océanos.

Otro efecto de la pandemia, fue un aumento explosivo de la compra online, que ha venido para quedarse. Por consiguiente, se está generando una inmensidad de residuos de embalaje y envases de plástico y cartón, que están agotando la capacidad instalada de reciclaje y de incineración para valoración energética. De este modo, vuelve a crecer el porcentaje de residuos enviados a los vertederos.

Fig. 2 La crisis del coronavirus catalizador del e-commerce en Europa.
Fuente: NielsenIQ

Consecuencias de la pandemia y de la recuperación económica en las emisiones de CO2

En cuanto a las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), un equipo de investigador@s del Observatorio de la Transición Energética y la Acción Climática (Basque Center for Climate Research, BC3), publicó el informe: “Emisiones adelantadas de gases de efecto invernadero en España 2021”. Según su estudio, el impacto de la pandemia (con las restricciones de movilidad asociadas) se tradujo en 2020 en una “importante caída de la demanda energética a nivel global” y, en consecuencia, en una “reducción sin precedentes en los niveles de emisiones de gases de efecto invernadero”. En el caso de España -señalan Tomás, Epelde y Van de Ven-, durante 2020 las emisiones disminuyeron un 13,6% con respecto al año anterior y un 6% con respecto a 1990.

Sin embargo, en el año 2021, se presenta un nuevo incremento de las emisiones, capaz de igualar o sobrepasar los registros prepandemia. “En este contexto -adelantan los autores del informe -, surge la cuestión de en qué medida la recuperación está afectando a la evolución de las emisiones de gases de efecto invernadero de España durante 2021 y, más en concreto, si las emisiones han logrado estabilizarse y seguir una tendencia descendente o si, por el contrario, han sufrido un efecto rebote”.

Fig. 3 Variación interanual de las emisiones de GEI 1990-2021.
Fuente: Basque Centre for Climate Change (BC3)

A su vez, la Agencia Internacional de la Energía, informó que las emisiones mundiales de CO2 relacionadas con la energía aumentaron un 6 % en 2021, alcanzando 36.300 millones de toneladas, su nivel más alto en la historia.

Fig. 4 Cambio anual en las emisiones de CO2 de la combustión de energía y procesos industriales, 1900-2021 /Análisis AIE 2021.
Fuente: AIE todos los derechos reservados

Dicho crecimiento está acoplado al de la producción económica mundial del 5,9%, lo que contradice los objetivos establecidos para alcanzar una economía sostenible y descarbonizada.

Además, el carbón representó más del 40% del crecimiento general de las emisiones globales de CO2 en 2021, alcanzando un máximo histórico de 15,3 Gt (superó en casi 200 Mt su pico anterior de 2014).

No obstante, a pesar del repunte del uso del carbón, las fuentes de energías renovable y nuclear “proporcionaron un mayor porcentaje de generación de electricidad mundial que el carbón, en 2021”, alcanzando un máximo histórico por haber superado los 8 000 teravatios-hora (TWh), unos 500 TWh más que en 2020.

¿Cómo afectará la Guerra de Ucrania al Cambio Climático?

La comunidad climática ha alertado que este conflicto cambiará completamente el rumbo de la Agenda 2030 en Europa.

Como ocurrió durante la pandemia, las políticas climáticas y la transición ecológica quedarán relegadas a un segundo plano. Además, existe el riesgo de que, debido a este conflicto bélico y a la incertidumbre del suministro del gas de Rusia, Europa desvíe parte de las inversiones destinadas a energías renovables y sostenibles a la energía nuclear (que, aunque se considere limpia por no causar emisiones de CO2, tiene inherente el riesgo de accidente grave por fuga de radiaciones) y siga manteniendo la dependencia de las energías fósiles como el petróleo y el carbón.

Para lograr reducir un 55% del nivel global de las emisiones a la atmósfera para 2030, se tendría que reducir de manera sustancial el consumo de combustibles fósiles. De hecho, está previsto que ese sea uno de los temas centrales a debatir en la COP27 de las Naciones Unidas (de la que se esperan compromisos y objetivos conducentes al comienzo del fin de las exploraciones y a una reducción significativa de la inversión en la explotación de estos combustibles), en beneficio de la financiación de tecnología baja en carbono.

Las nuevas políticas y estrategias de la EU en materias como: descarbonización, economía circular, energía y materias primas críticas, se están poniendo en marcha a través de los respectivos paquetes de reglamentación y fondos de financiación, promoviendo la innovación tecnológica y la redefinición de estrategias de negocio, en las empresas. Con ello se pretende, que el sector empresarial se comprometa cada vez más con la acción climática, para obtener la aprobación de sus stakeholders e impulsar su ventaja competitiva.

Otro asunto caliente a debatir en la próxima COP, es él de acordar la canalización de recursos y fondos financieros para compensar y potenciar el desarrollo sostenible de las economías de los países/comunidades más pobres y vulnerables del planeta (que ya están sufriendo graves pérdidas y daños, en vidas; medios de sustento vitales; así como una significativa destrucción de infraestructuras, a raíz de los sucesos climáticos extremos).

Sin embargo, en solo un par de semanas, toda esta dinámica se ha visto aplazada debido a las necesidades urgentes desencadenadas por el conflicto bélico, priorizando la defensa de las fronteras de los países que conforman la OTAN y la ayuda a Ucrania. Además, ya se está pidiendo un aumento de la inversión en defensa del 2% del PIB.

De este modo, la transición hacía un planeta Cero Neto será cada vez menos exequible, para 2050. Según el ex secretario de Estado de EE.UU., John Kerry: “la crisis de Ucrania podría distraer al mundo de la crisis climática, al mismo tiempo que tiene consecuencias masivas en cuanto a emisiones”.

Sabemos por la experiencia de otros conflictos, que la guerra siempre provoca graves consecuencias ecológicas y medioambientales, por lo que es muy probable que en esta guerra los niveles de emisiones de la Unión Europea experimenten un incremento notable.

Asimismo, el Comisario Europeo de Medioambiente, Océanos y Pesca, Virginijus Sinkievicius, advirtió, durante la inauguración de la segunda parte de la V Asamblea de la ONU para el Medio Ambiente (UNEA-5), en Nairobi: “las consecuencias ecológicas de esta invasión probablemente amenazarán las vidas humanas y la salud con efecto inmediato y a largo plazo”.

¿Por qué está Europa en manos de Rusia, en cuanto a su suministro de energía?

Rusia produce cerca del 40 % del gas que se consume en Europa y representa el 16 % del suministro de este combustible a la escala global. Además, es el tercer productor de petróleo del mundo.  Países como Austria y Finlandia dependen prácticamente un 100 % de Rusia en el suministro de gas. Mientras que, en el caso de Alemania, este valor está alrededor de un 60%. Tan solo en los 3 primeros días del conflicto, el precio del gas natural en uno de los principales mercados europeos (el TTF holandés) ha acumulado 40 % de subida.[2]

En cuanto al petróleo, Europa importó unos 440 millones de toneladas de crudo en 2020. El 27% provino de Rusia, según Eurostat.

Camilo Prieto, profesor de la U. Javeriana en áreas de cambio climático y energía, lo pone de esta forma: “Sin duda, sin este energético gas los países tendrían que trasladarse a fuentes fósiles como el carbón, lo que haría imposible cumplir las metas del pacto de Glasgow para el clima. El conflicto en Ucrania no es solo una tragedia humana, sino un potenciador de la crisis ambiental global”.

Estamos asistiendo diariamente a una escalada de los precios de los productos energéticos como el gas y la electricidad, lo que afecta al bolsillo de los ciudadanos y ciudadanas, pero que tiene su impacto más devastador a nivel del sector empresarial. Son ya muchas las empresas que se ven obligadas a interrumpir la producción debido al precio de la energía y materias primas. A eso se suman valores récord en los precios de los carburantes lo que termina impulsando la inflación global y el conflicto social interno, como estamos asistiendo en la huelga de los transportistas españoles.

También se agravará el uso de carbón para la generación de electricidad a la escala global. Ya en 2021 se intensificó este consumo debido a los altos precios del gas natural. Los costos de operación de las centrales eléctricas de carbón existentes en Estados Unidos y muchos sistemas eléctricos europeos fueron considerablemente más bajos que los de las centrales eléctricas de gas durante la mayor parte de 2021. El cambio de gas a carbón aumentó las emisiones globales de COde la generación de electricidad en más de 100 millones de toneladas. Especialmente en los Estados Unidos y Europa.

Si la guerra se alarga en el tiempo y se siguen creciendo los niveles de la inflación, la recuperación económica que se estaba experimentando después del pico de la pandemia, será insostenible.

El efecto de la guerra sobre la producción de alimentos y la escalada de la crisis social

Rusia y Ucrania son dos de los principales productores de alimentos y productos agrícolas a nivel mundial.

Rusia también produce enormes cantidades de nutrientes, como potasa y fosfato, ingredientes clave en los fertilizantes que permiten el crecimiento de plantas y cultivos. Según datos de Yara International“si eso se elimina del campo, para algunos cultivos el rendimiento se reducirá en un 50%”.

En este contexto, suben los costes para los agricultores y bajan los rendimientos de los cultivos, lo que puede conducir a una menor disponibilidad de alimentos, costes más elevados y por consecuencia, a la inseguridad alimentaria de los países más pobres. De ahí a la hambruna no quedará mucho: Svein Tore Holsethe, presidente de YARA ha afirmado:  “Para mí, no se trata de si estamos yendo hacia una crisis alimentaria mundial, sino de cuán grande será la crisis”.

En lo que se refiere a la crisis social, la oficina de coordinación humanitaria de la ONU alerta de que el conflicto “amenaza con desencadenar una catástrofe humanitaria en Ucrania y también en los países vecinos que ya están viendo una afluencia masiva de personas que huyen de las hostilidades”.

¿Qué tienen en común la estrategia energética de Rusia y el deshielo del Ártico

Las emisiones de GEI, resultantes de la quema de gas, petróleo y carbón, aumentan significativamente el potencial de retención de calor en la atmósfera del planeta. De este modo, la Tierra sufre un aumento de la temperatura, usualmente llamado calentamiento global. Se sabe también, que este calentamiento está ocurriendo a una velocidad muy superior en el Ártico. De acuerdo con la última evaluación del IPCC, la tasa de calentamiento del Ártico era doble a la global. Esta conclusión es corroborada por un trabajo de la NASA, que a su vez afirmaba que la velocidad sería cuatro veces superior. Asimismo, el descenso medio del volumen de hielo es del 35% en inverno y un 75% en verano, según EUMESTAT, a lo que se suma el adelgazamiento de las capas de hielo[3].

El calentamiento global, responsable por el deshielo acelerado del Ártico, está beneficiando la estrategia energética del gobierno ruso. Rusia, clasificada en la cuarta posición en el ranking de los países emisores de gases de efecto invernadero (emite un 4% del CO2 mundial), está extrayendo gas y petróleo del Ártico que transporta por el mar del norte hasta la Unión Europea. De este modo, cuando mayor sea el deshielo, más fácil será la logística de transporte de estos combustibles.

Fig. 5 Ranking de los mayores emisores de CO2 a la escala mundial, 2019
Fuente: Global Carbon Atlas, 2021.

Además, este país, “ha concedido exenciones fiscales a la extracción para promover nuevos desarrollos de petróleo y gas en la región ártica además de la producción y exportación de gas natural licuado (LNG)”, relatan las Naciones Unidas. Está así convirtiendo, una de las zonas del planeta más afectada por el efecto invernadero, en campos de extracción, precisamente, una de las principales causas del cambio climático.

Todo junto significa grandes extensiones libres de hielo, facilitando tanto las perforaciones como el transporte.

En 2021, el transporte en la Ruta Marítima del Norte marcó un récord de 35 millones de toneladas de cargamento, un 350% más que hace solo cinco años, según el NSR Public Council de Rusia. El objetivo de Putin, es llegar a 80 millones de toneladas en 2024 y 110 millones en 2030.

Rusia es la economía que más CO2 libera en relación a su PIB y su presupuesto público de combustibles fósiles seguirá creciendo con una inversión de 158.000 millones de dólares en infraestructuras para el gas natural licuado. Además, el país no ha hecho ninguna aportación sustancial a la financiación climática.

Consecuencias de la guerra y de la escalada de la defesa en el cambio climático

Las emisiones de CO2 de los ejércitos de todo el mundo se estiman entre un 5% y 6% del total de emisiones contaminantes. ¡Los uniformes, aunque sean de color verde, contaminan demasiado!

Si se refuerza la inversión en la defesa y se levantan muros alrededor de nuestras fronteras, vigilados por los ejércitos que nos protegen, se agravará la propia crisis climática.

La militarización es un gasto con actividades que promueven la muerte. Además, los misiles, minas, fusiles y todo el material militar, contribuyen al surgimiento de una catástrofe medioambiental, social y humanitaria planetaria. Estos materiales no solo provocan destrucción, muerte y emisiones cuando estallan, sino que consumen recursos no renovables y emiten GEI, en los periodos de paz. Mantener más infraestructuras y fuerzas militares aumenta los desechos tóxicos, la contaminación atmosférica, el consumo de materias primas críticas y de energía.

Como ha dicho Naomi Klein[4] “evitar la guerra y el caos climático son, en el sentido más literal, la misma causa”.

Se puede concluir que la guerra en Ucrania es una catástrofe encima de otra catástrofe, con efecto dominó a la escala global.

Sin lugar a dudas, supondrá un auténtico retroceso en la lucha contra el cambio climático. Para poder reducir el calentamiento global de la Tierra por debajo de 1,5°C, con respecto a los niveles preindustriales, deberíamos estar activando medidas inmediatas y urgentes, al revés estamos desviando nuestras inversiones para aportar más emisiones y contaminación.

La recuperación que se estaba construyendo, carecía de soluciones más efectivas en descarbonización, sobre todo en el sector energético.

Esta guerra ha revelado una de las principales debilidades de la U.E.: la dependencia energética de Rusia y de los combustibles fósiles. El crecimiento de las fuentes de energía renovables y de las tecnologías limpias, no ha sido todavía suficiente para garantizar nuestra autonomía energética y la reducción de las emisiones de GEI.  La urgencia de buscar soluciones rápidas y más competitivas, hizo aumentar el consumo de los combustibles fósiles y por consecuencia las emisiones de CO2, lo que es incompatible con los objetivos de neutralidad climática.

Las energías verdes y de producción local, deben ser la palanca del nuevo modelo económico global.

La guerra de Ucrania subraya igualmente, que los criterios medioambientales no son suficientes para frenar el cambio climático, sino que las cuestiones sociales y de gobernanza son igualmente relevantes.

Se avecina una época de escasez de recursos para acoger un número elevado de refugiados de guerra y climáticos, por lo que se agravará aún más la pobreza en muchas regiones y países del planeta.

Por este motivo, resulta fundamental poner fin al conflicto armado lo antes posible, construyendo acuerdos, para evitar más muertes y priorizar los problemas que tendrán consecuencias importantes a corto, medio y largo plazo, como la reconstrucción de Ucrania, la ayuda material y psicológica a las víctimas y el cambio climático.

Fuentes:

https://www.efe.com/efe/espana/sociedad/la-ue-expresa-inquietud-por-el-impacto-medioambiental-de-guerra-en-ucrania/10004-4749839

https://www.xataka.com/ecologia-y-naturaleza/pandemia-basura-hemos-generado-al-146-000-toneladas-residuos-sanitarios

https://www.rtve.es/noticias/20220221/residuos-sanitarios-otra-secuela-pandemia/2286335.shtml

https://nielseniq.com/global/es/insights/analysis/2021/es-hora-para-la-siguiente-era-del-e-commerce-en-europa/

https://www.energias-renovables.com/panorama/las-emisiones-de-co2-en-espana-en-20211217#:~:text=Seg%C3%BAn%20el%20informe%20de%20OTEA,menos%206%2C6%20MtCO2eq).

https://www.elespectador.com/economia/macroeconomia/el-impacto-climatico-de-la-guerra-en-ucrania/

https://plataformazeo.com/es/como-afectara-la-guerra-de-ucrania-al-cambio-climatico/

https://www.bbc.com/mundo/noticias-60642862

https://www.eldiario.es/sociedad/artico-clave-conecta-cambio-climatico-crisis-ucrania_1_8691606.html

https://assetmanagers.estrategiasdeinversion.com/el-impacto-de-la-guerra-en-ucrania-segun-erste-n-505547/

https://www.elperiodico.com/es/entre-todos/20210504/armas-contaminacion-masiva-articulo-gustavo-duch-11700962

[1] Frase ilustrativa de la situación actual, pronunciada en su entrevista a BBC, por el director ejecutivo de Yara International.

[2] Camilo Prieto, profesor de la U. Javeriana en áreas de cambio climático y energía.

[3] el espesor medio, que en 1980 superaba los tres metros, no alcanzaba los 1,5 metros en 2008.

[4] Naomi Klein es una periodista, escritora y activista canadiense, conocida por su crítica a la globalización y el capitalismo.​ Es autora de las obras No Logo, Vallas y ventanas, La doctrina del shock, Esto lo cambia todo y Decir no basta, además de un gran número de artículos periodísticos y políticos.

María Luisa Abreu Ramos
https://luisaabreuramos.wixsite.com/website
Geografía por la Universidad de Lisboa. Máster en Gestión Ambiental y auditorías en empresas industriales, ISCS-Sul.
Consultora Economía Circular, Sostenibilidad, Estrategia y Sistemas de Gestión.
Más de 20 años de experiencia dirigiendo y coordinando diferentes proyectos en las áreas de Calidad, Medio Ambiente y Sostenibilidad. Auditora de sistemas gestión ISO 9001, ISO 14001, ISO 45001 y Huella de Carbono.
Ethics Advisor en proyectos de la U.E.
Colaboradora del portal de noticias Eco Circular
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